Fernando IV nació en Sevilla el 6 de diciembre de 1285 y murió en Jaén el 7 de septiembre de 1312, cuando contaba 26 años. Fue el hijo primogénito del rey Sancho IV y de María de Molina.

Pasó a la historia con el sobrenombre de El Emplazado y los restos de Fernando IV y de su hijo Alfonso XI reposan en la iglesia de San Hipólito de Córdoba, alojados en sendos arcosolios, el de Fernando al lado de la Epístola y el de Alfonso al lado del Evangelio, en urnas de mármol rojo.

La leyenda cuenta que Fernando IV tenía un gran odio hacia los hermanos Pedro y Diego Alonso de Carvajal y pidió a su favorito Juan Alonso de Benavides que los matara. Lucharon y en legítima defensa los Carvajales mataron a Juan Alonso. El rey al enterarse mandó prender a los hermanos en Medina del Campo y los trasladó y encerró en el castillo de Martos (Jaén) condenándolos a muerte. En el momento de ir a morir decidieron emplazar al rey a una muerte segura cuando pasara un mes, para demostrar su inocencia. El rey murió justo un mes después de la muerte de los Carvajal, pasando a la historia como El Emplazado.

En señal de luto la familia Carvajal tornó la banda de su escudo en gules (roja) a negra y en Cáceres podemos observar esto en la capilla del palacio de Carvajal, en la sacristía, retablo y reja de la Iglesia de Santiago de los Caballeros, etc.

A Fernando IV le debe Cáceres un aspecto fundamental que condicionó el desarrollo urbanístico de la villa fuera del recinto amurallado. Dictó una carta plomada en Sevilla, el día 17 de julio. Era de 1341 años (1303) por la que concedía a Cáceres las rondas de la villa por juro de heredad.

La ciudad monumental, gracias a los avances en la Reconquista de Fernando III, había dejado de ser el recinto inexpugnable y defensivo, por lo que había que mirar fuera de las murallas para explotar los recursos y las tierras, al objeto de mejorar la maltrecha economía cacereña... (Continuará).