Solo un día después de cumplir la mayoría de edad, concretamente el pasado 1 de mayo, Rubén Portillo se embarcó en la aventura de los emprendedores al comenzar a regentar la cafetería Casa Plata, ubicada en la avenida de la Trashumancia. Debido a la crisis que sigue coleteando, y con la colaboración de sus padres, eligió la vía del autoempleo, entre otras cosas, para dar "trabajo a los miembros familiares", confiesa.

Aunque Rubén tiene cierta experiencia, lleva desde los 16 años --cuando abandonó los estudios-- trabajando en la hostelería de la mano de su padre, el comienzo al frente de su propio negocio no ha sido nada fácil. "Arrancamos sin ningún tipo de ayuda ni subvención por que desgraciadamente me di de alta un día después de que se acabaran algunas de las que estaban en marcha (30 de abril). Ahora tenemos que informarnos de las posibilidades que hay", revela. Además, se lo toma muy en serio. Ya ha realizado cursos de camarero para mejorar sus capacidades y ha retomado los estudios para superar la ESO y poder estudiar hostelería en el futuro.

Además, la idea de Rubén es extensible también para los que no son familiares. Ayudar a los demás es otro de sus objetivos y para ello colabora estrechamente con el Banco de Alimentos. "He creado el 'Essol', o Establecimiento Solidario", dice, a través del cual Rubén dona un sobre de azúcar por cada consumición. Asimismo, por cada 1.500 consumiciones entregará diez kilos de leche, diez de pasta y otros diez de arroz al Banco de Alimentos durante este verano. En el futuro quizá surjan "más ideas para seguir aportando a la sociedad".

La cafetería cuenta con una terraza dotada de grandes sombrillas pero el calor sigue siendo el principal obstáculo para la clientela en esta época del año hasta que no se marcha el sol. Sin embargo, el negocio marcha bien. "Ahora hemos notado un bajón en verano pero venimos de un invierno y una primavera bastante buenas", desvela.