De luto riguroso, sombrero calado, cigarrillo de pega, maleta y bastón en la mano izquierda y Olga Román del brazo derecho. Así desembarcó anoche Joaquín Sabina en Cáceres, dentro de su Gira Ultramarina, en un Auditorio rendido a sus pies incluso antes de que sonaran las primeras notas. Quizás fuera porque las dudas sobre la voz del cantautor se mantuvieron hasta el final. En los prolegómenos, sobrevoló el pequeño coliseo de Moctezuma el fantasma de Gijón, donde suspendió el concierto una vez comenzado, por primera vez en su carrera, al sobrevenirle una afonía aguda. Fueron muchos los comentarios sobre el gatillazo gijonés . Incluso el propio Sabina bromeó sobre ello.

Uno de los fans de las primeras filas recordaba a su pareja parte del poema que, para pedir perdón, publicó en la prensa asturiana tras el fiasco: "Ya comprende un servidor que el gatillazo de ayer no encoña al mejor postor...".

"Lo bueno es que ahora acudimos a las actuaciones siempre con la sensación de que quizá sea la última... No sabemos hasta cuándo le durará la voz", aseguraba un seguidor con una camiseta con una foto impresa del genio de Ubeda.

El cantautor declaró al inicio de la gira, tras cuatro años en dique seco: "Tengo ganas de directo, pero mucho miedo". Pero no debió tenerlo. Sabina demostró en Cáceres porqué es el principal poeta urbano y cronista de sentimientos de nuestro tiempo. Su voz rota gana en el cara a cara, en el cuerpo a cuerpo. "Es un concierto acuático, acústico y extremeño... hoy de secano", anunció Sabina. Y lo demostró.

Sobre un fondo marino, desgranó los principales temas de su Alivio de luto --Pájaros de Portugal y, sobre todo, Resumiendo marcaron los momentos cumbre-- y condujo a los presentes a un orgasmo colectivo con sus interpretaciones de clásicos como Calle Melancolía y Princesa . Más que nunca, Sabina dio protagonismo a sus músicos: Olga Román, Panchito Varona y Antonio García de Diego. Los tres interpretaron temas en solitario para facilitar así que el maestro recuperara el resuello.

Recitó algunos de sus sonetos y no eludió la actualidad: criticó a la COPE por adivinar unas inexistentes "guerras y trincheras en las calles" de España y tiró de ironía al felicitarse por que Leonor de Todos los Santos no una a sus dos nombres el de Federico Jiménez.

En fin, el mejor Sabina en estado puro. Con sus entrañas al aire, con su única patria --su cuerpo, según dijo-- desnuda. Tras dos aclamados bises, el público quedó con ganas de más. Pero tendrá que ser el 29 y el 30 de enero en Salamanca, también gracias a Caja Duero.