La Junta de Extremadura ordenó ayer el sacrificio de las 70 reses de ganado vacuno de una explotación ganadera, situada en la falda de La Montaña, donde se había detectado un importante brote de tuberculosis, según adelantó ayer en exclusiva EL PERIODICO EXTREMADURA.

Tras media hora de negociaciones con los propietarios, los técnicos de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente consiguieron trasladar las reses a un matadero concertado de Olivenza, donde se procedió al sacrificio de los animales. Ante la posibilidad de que pudieran producirse incidentes con los propietarios, la Junta solicitó protección policial. Hasta siete policías nacionales acompañaron durante toda la mañana al personal de la Consejería de Agricultura encargado de realizar los trabajos.

Las labores de traslado de los animales tuvieron que realizarse por grupos debido a la imposibilidad de los camiones de entrar en la finca por el difícil acceso. Hasta 12 controladores y veterinarios de la Junta intervinieron en este proceso que consistió en llevar las reses hasta el embarcadero de Chacón, situado en las traseras de la charca del Marco.

GANADO SIN CONTROL Según informó ayer el director general de Explotaciones Agrarias, Juan Carlos Antequera, que estuvo al tanto de los trabajos desde Coria donde se encontraba de viaje, los propietarios pusieron en principio como condición para poder sacrificar a los animales un documento por el que se les garantizara el cobro de las indemnizaciones por saneamiento ganadero. Antequera aclaró que, para recibir estas ayudas, que se determinan en función de la edad del animal que se mate y de su sexo, es necesario tener identificados a todos los animales.

En este caso, las reses no cumplían este requisito ya que, a juicio de Antequera, "sus propietarios se habían saltado todas las normas a la torera". En este sentido, indicó que, desde la aparición de las vacas locas, "la identificación del ganado es fundamental. Están más controlados que nosotros. Desde que nacen hasta que mueren".

El director general de Explotaciones Agrarias aseguró que los animales sacrificados son "vacas de leche" y que se procedió a sacrificarlas a todas. Asimismo, Antequera comentó que, gracias a ello, desaparece "el peligro de infecciones" en la zona, aunque dejó claro que continuarán los controles para evitar actuaciones de esta misma naturaleza.

El caso de estas vacas, pertenecientes a los hermanos Salas Tomé, cobra mayor importancia, según Antequera, por el número de reses sacrificadas. "A ningún ganadero le gusta que le maten una vaca, pero cuando las cosas se hacen bien --y eso significa mantener el estado sanitario de la explotación--, la gente lo hace aunque no le guste porque es fundamental para poder tener sus animales bien calificados sanitariamente", subrayó.

La medida se adoptó para garantizar el estado sanitario en la zona, tras arrojar "resultados positivos de tuberculosidad en el ganado". Los animales carecían de crotales lo que originaba importantes problemas de identificación, junto a la negativa de sus propietarios a aplicar los programas nacionales de erradicación de enfermedades, lo que hacía que estuvieran fuera de control administrativo y sanitario.