El 23 de abril no es una fiesta más ni una tradición cualquiera. Hace ocho siglos, y a raíz de la reconquista de Cáceres en esta misma fecha, el rey Alfonso IX dictó los fueros de la ciudad que reconocían a todos sus pobladores como hombres libres y establecían las normas y derechos que desde entonces regirían la vida cacereña. Por ello, el ayuntamiento convierte cada año esta jornada en su fiesta principal, y aunque las tradiciones se mantienen desde hace tiempo --misa solemne, procesión cívica de los concejales, tremolar del pendón y aperitivo de homenaje en el consistorio--, la de ayer fue una jornada novedosa por el relevo de algunos protagonistas.

Grandes estandartes y antiguos tapices ornamentaron la concatedral para el primer acto de la jornada, una cuidada ceremonia religiosa presidida por la imagen y el pendón de San Jorge (cuenta le leyenda que la reina Isabel la Católica bordó sobre él las nuevas armas de la villa). Ocupaba los primeros bancos la nueva corporación municipal presidida por la alcaldesa, aunque, pese a la simbología institucional de los actos, faltaron siete de los 25 concejales: Carlos Jurado, Víctor Santiago Tabares, Francisco Torres y Manuel Lucas por el PSOE, Felipe Vela por Foro Ciudadano, Santiago Pavón por IU y Basi Pizarro por el PP (algunos alegaron problemas de salud).

También se estrenó el obispo, Francisco Cerro, con su primera homilía de San Jorge ante numerosos fieles que ocuparon todos los bancos y algunas sillas auxiliares. Fue una alocución breve pero directa, cercana y actual, en la que destacó la fuerte relación entre la iglesia y la cultura a lo largo de los siglos y a través de distintas manifestaciones artísticas (música, libros, pintura...), un discurso que enlazó con el patrimonio histórico y humano de Cáceres, y con sus posibilidades ante el reto cultural del 2016, "que todos potenciamos", dijo.

Tras la eucaristía, los concejales formaron dos filas paralelas y comenzaron su marcha tras la Banda Municipal, al compás de los alegres acordes de Filigrana . La tradicional Procesión Cívica tardó pocos minutos en llegar al ayuntamiento, con la alcaldesa flaqueada por su corporación y por las autoridades militares.

Ya en la plaza se vivió el momento más simbólico: el concejal de menor edad, Jorge Carrasco (PP), tremoló el pendón de San Jorge desde el balcón consistorial acompañado por dos maceros con los trajes de gran boato del siglo XVIII. Durante siete años este cometido ha correspondido a Javier Castellano, que ayer dio alguna lección al nuevo abanderado. "Ha sido una experiencia bonita, me ha encantado. Cuando era niño, mi madre me traía a la plaza y yo me quedaba mirando el pendón. ¿Quién me iba a decir que algún día iba a tremolarlo?", declaró ilusionado.

Finalmente se celebró el acostumbrado homenaje a los trabajadores municipales jubilados, este año cuatro empleados y un quinto, Pedro Sereno, fallecido hace meses (su mujer y sus hijos recibieron un emotivo reconocimiento). La alcaldesa agradeció el trabajo de todo el personal del ayuntamiento, que denominó "la casa grande de los cacereños".