Los cacereños conmemoran la reconquista de la ciudad por las tropas de Alfonso IX, en el año 1229, con la quema de un dragón de 28 metros, que desfiló por la ciudad desde las 20.30 horas y pereció bajo las llamas sobre las once de la noche, ante la expectación de un público entregado al espectáculo de luz y música desarrollado en la plaza Mayor.

El dragón, de colores intensos desde el ocre nápoles hasta el rojo inglés, se ha construido en madera y tela pintada exclusivamente. Está dividido en tres partes, tres dragones independientes, cada uno con su propia boca y cola, pero ensamblados. Durante el desfile, la pieza articulada se movía en zigzag y sus tres partes se separon tan solo en dos ocasiones: una en Cánovas y otra en la plaza Mayor. Una vez en la ciudadela, seis alumnas (dos por cada dragón) de la facultad de Ciencias del Deporte colocaron la pieza a través de unos raíles en una plataforma de más de un metro de altura para que el público la apreciara con más claridad.