Ayer fue un día grande para la ciudad, una jornada típicamente cacereña entre sol y sombra con homenajes a los dos patrones. Por la tarde, la Virgen. Por la mañana, San Jorge. Y en su honor, ocho siglos después de la reconquista de Cáceres y de la concesión del fuero a la ciudad, la procesión cívica volvió a desfilar por el casco antiguo. Al frente, el pendón de San Jorge, quien según la leyenda ayudó a las tropas cristianas de Alfonso IX a derrotar al dragón que impedía la victoria final sobre las huestes moras, el 23 de abril de 1229.

Mañana de calor y nubes, de sol picón , de traje de domingo. El homenaje al patrón se inició a las doce con una eucaristía en Santa María oficiada por el obispo, Ciriaco Benavente. A su término dio comienzo la procesión cívica, formada por todos los concejales y encabezada por el más joven, Francisco Javier Castellano, que portaba el pendón de San Jorge acompañado de dos maceros vestidos a la antigua usanza. La banda municipal cerraba la comitiva con los alegres acordes de Lanjarón . El alcalde, José María Saponi, marchaba junto a los máximos responsables de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y el Cimov.

El cortejo llegó a la plaza Mayor, donde numerosos ciudadanos siguieron los actos mientras algunos buscaban la sombra. A la una y cuarto se abrieron las puertas del balcón consistorial y Castellano tremoló un año más el pendón con cierta soltura, bajo los acordes de un himno nacional a buen ritmo.

HOMENAJE A LOS JUBILADOS

A su término, la banda decidió dar un aire más popular a tan solemne acto y salió con un Redoble que hizo mover los pies al mismo Saponi. Y para rematar, los músicos se marcaron un Paquito chocolatero que sonó a mañana de fiesta, a verbena y a romería de abril.

Las celebraciones se trasladaron entonces al interior del ayuntamiento, donde la corporación en pleno tributó un homenaje a los trabajadores municipales jubilados en el último año. Allí estaba Evaristo Franco, con 37 años de jardinero a sus espaldas: "Las plantas eran mi pan de cada día; las echaré de menos", dijo nostálgico. También se despidió Manuel Jiménez, matarife en los años 60, después viverista y más tarde guarda del Parque del Príncipe y de Maltravieso.

Junto a ellos, Fernando Moreno, policía municipal y ordenanza durante sus 35 años de servicio al municipio; y Marina Sanguino, conserje del colegio Extremadura, donde ha hecho las veces de portera, cocinera, madre, enfermera y cuidadora a lo largo de los últimos 28 años. "Los parvulitos me llaman abuela, ¿cómo voy a poder dejarlos?", se preguntó triste.

Saponi reconoció su entrega a la ciudad y les deseó un grato descanso junto a sus familias. Para celebrarlo, canapés, refrescos y sabrosos pinchos en el salón de plenos.