Los Sánchez buscaron la tranquilidad en el adosado de una urbanización residencial y se encontraron de vecino con el peor de los zumbidos que no les deja vivir en paz. Su casa de color rosa abuhardillada de la calle Vargas Llosa está a menos de 50 metros de distancia del circuito de minimotos y coches teledirigidos, por lo que llevan años soportando el runrún de los motores, el griterío colectivo de aficionados y la megafonía que radia las carreras y los resultados.

Los Sánchez, nombre ficticio de estos residentes que ocultan su identidad para evitar --dicen-- represalias, no son las únicas víctimas de este Montmeló en miniatura, aunque sí de las más perjudicadas. "Hay días que no tenemos ni un minuto de descanso y silencio. Los fines de semana empiezan a las 8 de la mañana y no se marchan hasta las 10 de la noche", lamenta la afectada.

Han atiborrado de denuncias a la policía local. El concejal de Seguridad Ciudadana, Santos Parra, prometió hace dos años, tras varias de estas quejas escritas, que se construiría un circuito en el ferial para descargar esta zona, pero todo sigue igual o "peor", dice una de las vecinas. Parra también aseguró entonces que se regularía el horario del uso de la pista para evitar las molestias. Y tampoco. "Están a cualquier hora, se van unos y vuelven otros, nos vamos a volver locos".

Medir el ruido

Las denuncias, la última el pasado 15 de abril, no han servido ni sirven. Pidieron y piden que se estudiara el nivel de ruidos que emitía la instalación con las concentraciones, que suelen concitar a varias decenas de personas. Tampoco se ha hecho. Consultado por el problema, el concejal Santos Parra asegura que se estudiará de nuevo la situación y si es necesario medir el ruido se medirá, pero en su opinión "no está por encima de los niveles permitidos".

Ellos no opinan igual. Enviaron un escrito a la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente, de la que depende la Comisión de Actividades Clasificadas como molestas. Esta se limitó a responder que la clasificación de esta pista "no existe" ni "está en trámite", pero de hacer no dice nada.

Así que están como al principio. Todas sus quejas caen en saco roto y ya no saben qué hacer. Quizás "acudamos a los tribunales" o "vendemos la casa". Rosa por fuera, un infierno por dentro.