--A lo largo de toda su carrera como escritor ha sido reconocido con varios galardones, pero ¿qué supone recibir el Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez?

--Para mí es un reconocimiento de toda una trayectoria. La verdad es que no le doy más importancia a unos premios o a otros, al final lo que acaba teniendo importancia es cada libro, pero en todo caso sí que es un galardón de prestigio y un reconocimiento más.

--Y por unanimidad...

--Sí. Eso sí que es verdaderamente milagroso. Yo que estado en algún que otro jurado de premios de poesía, puedo decir que es un milagro que entre tantos libros el elegido sea el tuyo, y que encima sea por unanimidad. No obstante, me comentaba el jurado que la diferencia era grande, que aunque había tres o cuatro con mucha calidad también, no hubo discusión.

--Ha competido con 400 poemarios de 25 países, ¿le hace sentir especial?

--No. Es una satisfacción pero cuando gané el Manuel Alcántara, en donde se premiaba un solo poema, competí contra casi 2.000.

--¿Cuándo comenzó a escribir 'El viento sobre el agua' y cuánto tiempo le ha llevado?

--Normalmente tardo un año y medio o dos en acabar un libro. Escribiendo en mis ratos libres, que ahora tengo más porque estoy jubilado, y corrigiendo sobre todo... No sé cuando empecé a escribirlo. Lo terminé en febrero y puede que lo empezara un año y medio antes.

--¿Por qué ese título? ¿De qué habla en el poemario?

--'El viento sobre el agua' es el título del poema que abre el libro. El poemario es una mirada sobre el mundo.

--¿Cómo percibe el mundo?

--Siempre como algo opaco. Como un enigma. Mi idea de la poesía es la de la poesía como forma de conocimiento, el conocimiento de la realidad a través de las imágenes y del lenguaje.

--¿De qué autores se ha nutrido para su conocimiento?

--De muchos. He sido profesor de literatura durante mucho tiempo, también soy crítico literario... No es que tenga una preferencia pero siempre hay algunos poetas que te llaman más la atención. La tradición inglesa me gusta mucho, la tradición clásica española, una parte de la Generación del 27: Lorca, Cernuda, Machado, Juan Ramón Jiménez... y también otros poetas más cercanos o próximos.

--¿Cómo sería el mundo sin poesía?

--Sería un error. Como decía Nietzsche con la música, la vida sin poesía sería un error.

--¿Siente que la poesía tiene menos adeptos de los que merece?

--No tengo esa percepción. En determinados ambientes, la poesía interesa, y mucho. Incluso genera mucho movimiento. Por ejemplo, cuando me han dado este último premio he estado prácticamente un día entero contestando todos los mensajes del correo electrónico, redes sociales, teléfono móvil... Yo sé que hay gente que lee poesía. Algunos de mis libros incluso han llegado a reeditarse.

--¿Ha sentido pudor por el hecho de desnudarse, poéticamente hablando, ante desconocidos o, más difícil aún, ante gente cercana a usted?

--No, pero porque mi poesía, en principio, no es una poesía directamente confesional, es una poesía más indagatoria. Por lo menos de una forma abierta no hablo de mí porque no entiendo la poesía como una expresión de sentimientos. La mala poesía está llena de buenos sentimientos. Se puede ser muy buena persona y muy mal poeta y al contrario.

--¿Cuándo comenzó su afición por la poesía?

--Cuando suelen empezar estas cosas, cuando empiezas a leer en la adolescencia. Ahí comienzas a escribir con una afán de emular a los poetas que admiras en ese momento y luego ya vas buscando tu voz propia, que es a lo que tiene que aspirar todo poeta.

--¿Recuerda sus primeros versos todavía?

--Afortunadamente no (ríe). Pero los tengo ahí guardados, aunque prefiero no recordarlos. Como todo lo que se hace en los inicios, está hecho con muy buena intención pero muy mal resultado.

--¿Se puede comer de la poesía?

--No. Hay una frase muy famosa que soltó en su día Vicente Aleixandre cuando le preguntaron: "Maestro, ¿se puede comer de la poesía?" Y contestó: "Hay algunos días que no se puede ni merendar".