Los antiguos pozos se alzan en los cerros y llanos de Aldea Moret, con más de un siglo a merced del viento y la lluvia. Son construcciones decimonónicas, algunas únicas en la arqueología industrial a cientos de kilómetros a la redonda, muy interesantes para conocer las formas de vida de la mina que trajo el progreso a Cáceres. Pero nunca se ha realizado una sola actuación para protegerlos, no hay tejados ni puertas, las paredes se caen, la hierba y el óxido lo cubren todo y el expolio lleva décadas mermando el patrimonio minero.

La recuperación de la zona se ha puesto en marcha y pretende llegar a estos pozos. Tras las rehabilitaciones millonarias del Embarcadero y el Garaje 2.0, el poblado minero está pendiente de su declaración en breve como Bien de Interés Cultural, un título que permitirá trazar a continuación el Plan Director del Conjunto de Arqueología Industrial y Minera, es decir, el listado de proyectos e inversiones necesarias en la zona, según explica el edil del área, Víctor Santiago Tabares. Incluirá el estudio de los pozos que siguen en pie --hubo 12 y 119 edificaciones-- para abrir alguno a cacereños y turistas. Sería una auténtica ventana a la mina, pero no parece fácil.