En Mastropiero están colgadas desde ayer algunas de las imágenes que hizo el fotógrafo Santi Márquez y que han servido para inmortalizar la movida de los 80. De pronto, los cacereños nos hemos visto en El Rita y La Machacona, en el Teddy Montana, también en La Furriona, en el Extremeño de Jesús Sansón o en El Capitol de José María Bermejo escuchando ‘Sonetos amorosos portugueses’ , un disco grabado en 1986 en Madrid y con el que Coup de Soupe convirtió en himno ‘El Lusitania Express’.

Un himno es una de las formas poéticas más antiguas, expresa sentimientos positivos, de alegría y celebración, por lo que suele festejar victorias. La del Lusitania festejaba el despertar de Cáceres a la libertad creativa. El grupo cacereño lo formaron Tommy Berjoyo, Juanjo Narbón, Aurelio Pérez Palomino, Abelardo Martín, Juan Carlos Martínez, Diego Ariza y Miguel Gibello.

Vemos las fotos de Santi y vemos también en ellas a aquellos cientos de jóvenes que entonces coreaban el Lusitania, a todos aquellos cientos de jóvenes que llenaban nuestra ciudad y nuestros bares y que se rendían a la magia y el placer de una ciudad seducida por el arte.

Un día previo a un concierto en el Rita, Santi fotografió a los Coup de Soupe. Santi llevaba siempre al hombro una Yashica FX-3, reflex, de objetivo intercambiable, de óptica fija y foco manual que tenía un flash MEL 32. No existía el photoshop pero no era necesario porque sus creaciones superaban cualquier retoque del más avanzado Iphone X.

Santi hacía fotos porque le apasionaba y seguramente entonces nunca pensó que con su pasión estaba haciendo historia. Pero sí, hoy, más de 30 años después, las fotos de Santi siguen teniendo repercusión porque recuerdan momentos imborrables, irrecuperables y que no volverán.

El pasado mes de julio la Audiencia Provincial de Cáceres confirmó definitivamente la pena contra la excaldesa Carmen Heras y el exconcejal de Seguridad Ciudadana Carlos Jurado a un año y nueve meses de cárcel y 8 años y 6 meses de inhabilitación. Además, condenaba a 11 hosteleros de La Madrila a dos años y tres meses de prisión. Puede que este mismo mes esos empresarios entren en la cárcel. La sentencia es el resultado de la denuncia interpuesta por la Asociación Cacereños Contra el Ruido, que además obliga a esos hosteleros al pago de indemnizaciones a los vecinos y que sienta un precedente jurídico en España, porque no existen antecedentes de indemnizaciones tan elevadas por daños morales a los perjudicados, que recibirán cantidades que oscilan entre los 2.500 y los 10.000 euros.

El fallo judicial no ha dejado indiferente a nadie y ha auspiciado la creación este verano de la Plataforma Ciudadana ‘Yo También hice ruido en La Madrila’, que ha desarrollado una serie de actos de protesta, entre ellos la recogida de firmas pidiendo el indulto parcial de los hosteleros para evitar que ingresen en prisión, aunque paguen las indemnizaciones correspondientes.

Esa plataforma fue la que precisamente ayer organizó la exposición de Mastropiero donde más de una docena de artistas plásticos y fotógrafos muestran su visión de La Madrila. Junto a las creaciones de los míticos Santi Márquez o Jose Cebriá destacan las obras de Manuel Adonay, Carmina Santos, Paco Domínguez, Felipe Pulido, Federico Plasencia, Raúl Papoose, María Antonia Sanz, Vicente Macías, Belén Corchero o Jesús David Floriano.

LA MÚSICA / Ayer Manuel Adonay recordaba que «como usuarios de La Madrila» les parecía «desproporcionado» el ingreso en prisión de los condenados. Aclaró, además, que la exposición se hace en Mastropiero y no en La Madrila porque los abogados de los hosteleros han desaconsejado la utilización de estos establecimientos y porque apenas quedan ya locales en la plaza de Albatros que reúnan las condiciones para colgar una exposición (la semana pasada se precintaron tres locales por seguridad tras detectarse daños estructurales de los edificios).

Ciertamente la muestra en Mastropiero es toda una oda a la nostalgia de aquella otra Madrila de Manolo Carabia, hijo de un notario de Bilbao, que de un hoyo levantó La Madrila e ideó Bols, La Colina y Faunos situando al Cáceres de finales de los 60 en la cresta de la modernidad. Era la música uno de los baluartes de aquel fenómeno cultural que a partir de entonces arrasaba en Cáceres y que tuvo su gran esplendor en los 80 con grupos como Percance la Place o La Cena Está Servida, aunque el más mítico de todos fue Coup de Soup, que se disolvió a principios de los 90. Fueron los únicos de su zona que llegaron a cobrar 1.000.000 de las antiguas pesetas por actuación y sus canciones se convirtieron en el himno de toda una generación ya que sonaban en todos los bares de Cáceres. La banda inventó muchas cosas que luego se verían en otros grupos. Crearon un musical con el que recorrieron la provincia y además de su actividad principal, algunos de los componentes tenían otras inquietudes artísticas. Uno de ellos era pintor, otro diseñador, otro poeta...

Paco Lobo era el mánager del grupo, una especie de octavo pasajero, inductor, buscaba contratos, llegó a un acuerdo con gente de Madrid para editar el primer vinilo. Al rebufo de Coup de Soup, Paco Lobo fundó junto a Marce Solís la Sala Rita. El Rita había sido previamente Angelo’s, un local que regentaba Pedro Prado y que tenía alfombra roja. En Angelo’s habían triunfado los Coup y los Xutos & Pontapés, una banda icónica de rock portuguesa formada en 1978 y que continúa vigente hoy en día reconocida como una de las más importantes del país.

Mucha música, un buen equipo de pinchadiscos y toda una efervescencia cultural que colocó a Cáceres, junto a Vigo y a Madrid, en la tercera ciudad española referente de la movida. Fuimos referente cultural, ahora somos un referente entre rejas.