Es una mala noticia". Empresarios de la hostelería e integrantes de la plataforma Pro-Cimov temen que la drástica rebaja prevista en la cifra de nuevos militares en Santa Ana tenga consecuencias igualmente drásticas para la ciudad. "El soldado en formación sale por Cáceres, se toma algo...", advierte Rafael Arnáiz, propietario del Mesón San Juan y el Torre de Bujaco, ambos en la zona centro. A eso añade que cada vez que hay jura de bandera "se llena el centro de soldados y familiares", para pernoctar o comer. Por eso Emilio Rey, propietario del restaurante El Pato, en la plaza Mayor, también lamenta la medida y recuerda que "en Cáceres esta es la principal empresa" y que cuando terminó el servicio obligatorio y Santa Ana se recicló como centro de formación, "el sector servicios notó la merma".

Los hosteleros del centro de la ciudad, zona por la que alternan fundamentalmente los alumnos del Centro de Instrucción y Movilización, reconocen que de ellos depende una parte importante de sus ingresos, sobre todo fuera de la temporada alta (como la Semana Santa) y más en pequeños establecimientos, como albergues, pensiones y pequeños hoteles. En ese sentido, la propietaria de la residencia Zurbarán, Cristina Clemente, reconoce que cada fin de semana pernoctan en su establecimiento de la calle Roso de Luna "entre cuatro y siete soldados", cifra que en el caso de que haya jura se incrementa hasta la decena, el máximo de plazas libres que tiene su local, dedicado fundamentalmente a estudiantes.

Similar es el caso de Juani Clemente, que regenta el albergue Las Veletas, en Margallo. A su negocio la pérdida de plazas en el Cimov puede suponerle hasta 2.000 euros algunos fines de semana que, de cumplirse la previsión de la oferta de empleo de Defensa, Clemente espera paliar con la llegada de peregrinos del Camino de Santiago, que pasa por su puerta. En todo caso, desde que se inició como centro de formación, su albergue ha tenido en el Cimov una de las principales fuentes de ingreso: "en juras de bandera es normal que las 40 plazas estén ocupadas por familiares de militares", por lo que concluye que suprimir la formación "es un fiasco".

En la pensión Virgen de Fátima (en Virgen de la Montaña) y el Hotel Don Carlos (en Pizarro) también temen el descenso de alumnos previsto por el Ministerio de Defensa (de las 5.000 plazas ofertadas en 2009 se pasa a 325 como máximo, a repartir entre todos los centros de formación del país) como una medida del plan de austeridad propuesto por el Gobierno central. "Si no hay soldados no hay jura de bandera", deduce Gema Jordán, propietaria del Hotel Don Carlos. Para su negocio una jura de bandera equivale a colgar el cartel de "no hay plazas".

UNA TRISTE NOTICIA Junto a los hosteleros están desde hace años una plataforma que defiende la continuidad del Cimov. También para ellos la decisión de Defensa supone "una triste noticia", en palabras de su presidente en funciones, Miguel Salazar. "El Cimov lo están vendiendo a trozos y estoy convencido de que pretenden deshacerse de él", argumenta, y añade: "si no hay enseñanza continuada, ¿para qué queremos a los profesores del acuartelamiento?, y sin ellos, ¿para que sirve este cuartel?". Salazar es tajante: "El Cimov está en peligro". Por ello pide que las autoridades locales sean "igualmente contundentes". La plataforma tiene previsto pedir hoy a la alcaldesa Carmen Heras y el subdelegado del Gobierno, Fernando Solís, "que no nos fallen", dijo.