En cualquier ciudad del mundo hacer un aparcamiento subterráneo es coser y cantar. En Cáceres parece imposible. La alcaldesa se acongoja porque protesta una plataforma de dos personas que probablemente no la han votado ni la votarán nunca y propone Primo de Rivera, que, aunque tampoco sus vecinos la votan, son menos y por ahora no incordian. En muchos lugares existen aparcamientos bajo unos maravillosos y frondosos jardines pero aquí no puede ser pues se ponen en peligro los árboles de Cánovas, aunque algunos están pidiendo, más que una poda, una tala.

Será porque aquí fallan las técnicas modernas. Todas las ciudades sufren las molestias de una obra que dura varios años sabedoras de sus beneficios, pero Cáceres no puede con ellas. Será necesario hacer el aparcamiento en el cerro de la Butrera. Y se discute sobre distancias de cien metros porque aquí cien metros sin coche es un camino infinito y por eso ni se piensa en el Parque del Príncipe. En un barrio en el que muchos edificios carecen de garaje no se contempla hacer aparcamientos para residentes. El PP tiene querencia por Virgen de Guadalupe sin que sepamos por qué. O quizás sí. Pues menos mal que todos los partidos prometían aparcamientos en sus programas. Para juerga de unos y desesperación de otros no parece que la actual corporación los inaugure y encima estaremos en campaña electoral con el centro levantado.