Es, con mucha diferencia, la procesión más vistosa, lucida, elegante y concurrida que Cáceres saca a la calle. El problema es que sólo puede verse cada cinco años... y a veces llueve... y así ha ocurrido en las dos últimas ediciones. El Santo Entierro Magno volverá a desfilar por la ciudad el próximo Viernes Santo (19.00), con la participación de las quince cofradías y un total de doce pasos. Entre hermanos de carga y escolta, penitentes y bandas (participarán las cuatro de Cáceres), el cortejo estará integrado por 3.000 personas y tardará más de una hora en pasar por cada punto del recorrido.

En el año 2000 no pudo salir por el mal tiempo y en el 2005 tuvo que recogerse cuando los últimos pasos apenas habían avanzado unos metros. Ambas circunstancias no han hecho sino incrementar las ganas de la Magna entre las hermandades, que han creado una comisión especial para su organización. De hecho, en el mundo cofrade se aprecia más movimiento: la nueva hermandad de Mejostilla y otras dos recientemente creadas, la Humildad y la Salud, ya registran en torno a los 200 miembros. La más antigua, la de Jesús Nazareno, vuelve a superar la barrera de los 3.000 y se sitúa en los 3.200.

Este dinamismo también se aprecia en el encargo de nuevas túnicas, un trabajo que se hace especialmente minucioso, cuidado y entrañable en las manos de las monjas clarisas, que llegan a confeccionar hasta 75 túnicas cada Semana Santa, incluso se ven obligadas a rechazar encargos porque no tienen tiempo para más. "Trabajamos todo lo posible, pero cuando llega la hora de nuestros rezos debemos dejarlo y acudir, por eso sólo nos comprometemos hasta donde podemos", afirma sor Teresa, responsable de la comunidad de clausura.

Por sus manos hacendosas pasan telas, cruces, botones, insignias, terciopelos, rasos y cada uno de los detalles que componen el atuendo de todas las cofradías. "Los encargos van en aumento, hay hermandades nuevas y se nota", explica la religiosa. En la comunidad del convento de las Claras, catorce monjas trabajan en la costura, una labor que les supone una gran ayuda para su mantenimiento diario, y ello pese a que sus precios están muy contenidos: de 25 a 57 euros dependiendo de la vestimenta de cada hermandad y de si se trata de un hermano de carga o de escolta (más caro).

El movimiento cofrade también se nota en los telares. Desde Retales Manolo aseguran que la venta ha cobrado un nuevo brío en los últimos años. Sin duda, una contribución más a la consecución del título de Interés Turístico Internacional, reto en el que será decisiva la procesión Magna.