Asegura que su experiencia en Ecuador fue "muy humana" porque se siente "muy identificado con Surámerica y más cuando crees que puedes aportar algo. Es muy gratificante lo mucho que he aprendido en sinceridad, humildad y trato. Ha sido inolvidable", recalca Antonio Pizarro, que sigue en contacto con los técnicos ecuatorianos con los que trabajó en un proyecto de escuela taller en una fábrica textil abandonada en la provincia de Imbabura: "La idea era recuperarla para implantar un centro integral de exposiciones, formación y de congresos el municipio de Atuntaqui".

La segunda parte del viaje le llevó a la provincia de Tungurugua, donde colaboró con profesionales del cantón de Patate para convertir unas antiguas escuelas en talleres de carpintería, albañilería, agricultura ecológica y turismo. "Hay futuro pero necesitan mucho apoyo moral. Recursos naturales tienen los que quieran y en humanos están formados, pero necesitan un estímulo especial y creen poco en la clase política", subraya. Si no fuera por su familia, Antonio se hubiera quedado allí. Volverá seguro para ver hechos realidad dos proyectos que estarán listos el próximo mes de diciembre.