Cáceres conserva los encantos pero también los inconvenientes de una ciudad pequeña; donde basta pasar unos minutos en la plaza de San Juan o en la calle Pintores para ver a quien se desea ver o no poder evitar a quien se quiere evitar.

Un día en Cáceres no depara grandes sorpresas; los atascos del tráfico son siempre en el mismo sitio y a la misma hora; las viejas conducciones de agua revientan a diario o no se puede conciliar el sueño por la fiesta de estudiantes montada por todo lo alto en el piso de abajo.

Pero esta ciudad es siempre igual hasta en la seguridad; los delincuentes son los mismos de siempre, los que por un lado entran en comisaría y, por otro, salen. Cómo puede explicarse, si no, que dos de los últimos cacos detenidos acumulen más de cuarenta detenciones en su haber y en apenas dos años. Y lo más llamativo, los agentes que les detienen son los mismos, debido a lo ajustado de la plantilla.

Esa frase tan repetida del "aquí nos conocemos todos" tiene en Cáceres su principal feudo y en Aldea Moret su habitual lamento. La atmósfera de miedo que se vive en este barrio no cesa, según unos vecinos ya cansados de señalar con el dedo a la misma gente. Son los mismos problemas de siempre para los que siempre obtienen la misma respuesta. ¿Para cuándo la solución?