Hay una noticia rondando por las redes sociales desde hace unos días que, como mínimo, produce cierta inquietud. Según se cuenta, doscientos (machos) alemanes han sido sometidos a la terrible tortura de contemplar senos femeninos durante diez minutos para observar la reacción de sus organismos. Pues bien, las conclusiones no pueden ser más relevantes: el ritmo cardíaco se aceleró hasta tal punto que aumentó notablemente la circulación sanguínea de los encuestados y mejoró su presión arterial, con la consecuente reducción de los problemas cardíacos. ¡Acabáramos! ¡Ansiosos como estábamos de encontrar un fármaco para una de las enfermedades más mortíferas de nuestra época y resulta que el remedio lo teníamos al alcance de la vista! Las farmacéuticas estarán de los nervios pensando en la cantidad de dinero y tiempo invertido en vencer las dolencias cardíacas cuando tenían un remedio tan natural al alcance de la mano. No obstante, lo que no se detalla en la noticia es cómo debe ser el tratamiento, esto es, si los senos deben estar completamente al descubierto, o solo parcialmente, o apenas insinuarse; si deben ser tersos, o trémulos, o rotundos, o apenas insinuantes… Tampoco se especifica el horario elegido, ni la distancia a la que debe mirarse, ni algunos otros detalles que tienen su importancia dado lo que está en juego. No sé qué pensará usted, pero yo estoy dispuesto a ofrecerme como voluntario cuando la prueba se haga en España, no sea que la reacción de los ibéricos sea distinta a la de los teutones, menos acostumbrados a la contemplación por el efecto perverso del clima y otros imponderables. De esa manera, los sesudos científicos que han elaborado el estudio tendrán más datos para no sacar conclusiones erróneas que pudieran tener fatales consecuencias. En ese caso, y solo en aras de ayudar a mis conciudadanos, estoy dispuesto a hacer los sacrificios necesarios, ¡faltaría más! Eso sí, aunque es cierto que la incidencia de las enfermedades cardíacas es mucho menor en las mujeres, estoy deseando saber cuál será el órgano masculino elegido por los científicos para su contemplación. Seguro que tiene usted una idea al respecto, no lo dudo; así que, vaya preparándose que nunca se sabe cómo pueden venir los acontecimientos, y de la misma manera que nos invaden los rodajes cinematográficos, pueden empezar a invadirnos las pruebas médicas. ¡Y es que la ciencia avanza que es una barbaridad!