La Diócesis de Coria-Cáceres es una de las más antiguas de España. Su origen documentado data del siglo VI. A lo largo de sus mil quinientos años ha celebrado trece sínodos, el primero en 1331 siendo Obispo Alfonso II. Se trata de un acto solemne y muy poco frecuente que deja huella en la historia de la iglesia. De ahí la importancia del sínodo que desde 2014 desarrolla la Diócesis de Coria-Cáceres y que, según acaba de explicar el obispo, Francisco Cerro, está llegando a su ecuador con la participación de 3.000 personas en 150 grupos sinodales, una cifra especialmente alta comparada con otros acontencimientos similares, teniendo además en cuenta las dimensiones de esta diócesis (la más pequeña de Extremadura, con 270.000 habitantes).

Durante las últimas décadas, la Iglesia ha vivido pasajes importantes: el largo pontificado del beato Juan Pablo II, el de Benedicto XVI, el nuevo papa Francisco, intentos de aplicación del Concilio Vaticano II o la publicación del Catecismo de la Iglesia, además del paso de varios obispos por Coria-Cáceres y numerosos cambios de tipo económico, político, social o cultural "que exigen de la Iglesia nuevas respuestas para llevar la buena noticia al hombre de hoy". Así lo explica el obispo, Francisco Cerro, que en abril de 2014 convocó el XIV Sínodo General con tres objetivos: "Renovar la Iglesia Diocesana, fortalecer la fe y la vida cristiana de sus miembros, y buscar las formas más adecuadas para el anuncio del Evangelio en las circunstancias actuales de nuestra diócesis".

A lo largo de los últimos días ha tenido lugar otro evento que ha impulsado más aún el desarrollo del sínodo: el VII Congreso Teológico-Pastoral, que se ha desarrollado del 21 al 23 de mayo en el Complejo Cultural San Francisco con el sínodo como eje

de los contenidos pero también con otros dos temas destacados: el Año de la Vida Consagrada y Teresa de Jesús en su V Centenario. La cita ha reunido a medio millar de participantes y ponentes de peso como Vicente Jiménez Zamora, arzobispo de Zaragoza; Antonio Vitalino Fernandes, obispo de la diócesis portuguesa de Beja; y Julián Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela. El sacerdote y escritor Jesús Sánchez Adalid también ha presentado su nueva novela sobre Santa Teresa.

El congreso, "altísimamente positivo" según el obispo, ha servido como inicio de la tercera fase del sínodo, bajo el lema Caminar juntos para buscar, renovar y fortalecer la fe . Ya hubo una fase preparatoria en la que, a través de miles se encuestas, se pulsó un diagnóstico de la diócesis y se decidieron los cuatro grandes temas del sínodo: la transmisión de la fe en la sociedad de hoy y cómo hacer atractivo el anuncio del Evangelio; cómo tener cristianos en la vida pública que se vean involucrados en la transformación del mundo; el papel de la iglesia en momentos tan complicados como la crisis, todo un reto pese al trabajo de instituciones como Caritas, Acisjf o Vicencianos; y por último, la estructura de la Iglesia Diocesana, el relevo de los sacerdotes, la inserción de los diáconos... "Estamos tocando los palos fundamentales de la pastoral de la diócesis", indica el sacerdote Miguel Angel Morán, coordinador del último congreso.

El sínodo entra ahora en una fase muy importante. De octubre a junio se reunirán los grupos y se invita a todos los católicos a participar para reflexionar, aportar sugerencias sobre los cuatro ejes centrales y ayudar en conjunto al avance de la diócesis en la sociedad de hoy. Posteriormente, en una última fase, los padres sinodales y el obispo mantendrán varios encuentros definitorios. De momento la participación es alta, "estamos muy satisfechos", subraya Francisco Cerro. Una diócesis como Compostela, de 2 millones de habitantes, ha reunido 180 grupo sinodales y Coria-Cáceres ya va por los 150.

COMO QUISIERA FRANCISCO Pero sobre todo, y ante todo, el sínodo pretende hacer de la diócesis el espejo de lo que promulga el Papa: más sencillez, más simplicidad... De hecho, el documento programático de este evento tiene sus raíces en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco, en la que habla de una "opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda la estructura eclesial se convierta en cauce adecuado para la evangelización del mundo".

"Queremos encarnar ese querer y llevarlo a Extremadura, donde nuestras diócesis son eminentemente rurales, asimilar el mensaje y hacerlo realidad. Nosotros jugamos con ventaja porque justamente tenemos ahora un gran instrumento para ello: el sínodo", concluye Miguel Angel Morán.