La Diócesis de Coria-Cáceres ha celebrado trece sínodos a lo largo de sus mil quinientos años de historia. Este dato da fe de su excepcionalidad. Son grandes asambleas cristianas, únicas por su estructura y desarrollo, que pueden prolongarse durante años puesto que tienen objetivos muy profundos y atienden las opiniones de todos cuantos quieren participar. El obispo, Francisco Cerro, convocó el XIV Sínodo General en la primavera de 2014. A partir estos momentos entra en su fase más participativa con 2.468 personas (sacerdotes, religiosos y seglares) integradas en 248 grupos, que con seguridad aumentarán a 3.000 inscritos en 300 grupos cuando se ultimen en breve los que quedan pendientes (faltan por ejemplo 35 parroquias por organizarse).

Se trata de un número bastante elevado en comparación con otras diócesis (Santiago de Compostela tiene 180 grupos pese a concentrar una población ocho veces superior). De hecho, el respaldo es muy nutrido desde el inicio. Y ello, quizás, porque se trata de un reto sumamente complejo: la Iglesia busca el mejor modo de hacerse lo más útil posible en un mundo que gira a velocidad de vértigo. De hecho, el sínodo se ha convocado con el fin de renovar la Iglesia Diocesana y encontrar las formas más adecuadas para el anuncio del Evangelio en las circunstancias actuales, tras los fuertes cambios de las últimas décadas.

Ya se ha superado el primer año y medio de trabajo con la etapa de divulgación, sensibilización y análisis a través de una macroencuesta / diagnóstico sobre el quehacer de la diócesis hoy día, en la que han participado miles de personas. "Ha sido muy extensa, hemos necesitado meses para analizarla y valorarla, pero ha generado un volumen de información excepcional", explica Jesús Moreno, secretario general del sínodo. A raíz de las respuestas se han decidido los cuatro grandes temas en torno a los que versará el grueso del trabajo que ahora comienza. Cada uno de ellos se abordará durante un trimestre.

En primer lugar se tratará el anuncio del Evangelio y la transmisión de la fe en el mundo de hoy. Segundo, el compromiso social y caritativo de la Iglesia en la sociedad actual (crisis económica, institucional...). Tercero, la formación y participación de los laicos en la iglesia y en el mundo. Cuarto, la reorganización que necesita la Diócesis de Coria-Cáceres para adaptarse a los recursos y a las necesidades de ahora.

UN AÑO DE REUNIONES Los grupos, integrados por diversos miembros y creados libremente (catequistas, cofradías, parroquias...), se reunirán sucesivamente para reflexionar sobre cada bloque ayudándose de materiales que ya se encuentran casi ultimados (el primero está listo). Las reuniones concluirán a finales de 2016 (habrá una parada en verano). "Las comisiones encargadas de cada tema recibirán las aportaciones de los grupos sinodales con las cuales elaborarán las ponencias y las listas de propuestas operativas, que serán objeto de debate y de votación en la Asamblea Sinodal final. Esta tendrá lugar en la primavera de 2017", detalla Jesús Moreno.

La Diócesis cuenta con 161 parroquias y unos 230.000 habitantes. "Llevamos mucho tiempo haciendo muchas cosas, pero hay que detenerse, reflexionar y revisar, porque a veces nos dejamos llevar por la rutina en lugar de parar y escuchar qué quiere Dios de nosotros. ¿Quiere que sigamos con la tarea que venimos haciendo hasta ahora? El Papa dice que no, que han cambiado los tiempos. Es evidente. Lo estamos viendo. Los tiempos exigen de la Iglesia nuevas respuestas", argumenta Jesús Moreno.

LA IMPRONTA DEL PAPA Por ello, durante el sínodo se tendrá muy en cuenta la figura del Papa y sus mensajes de sencillez y simplicidad, la necesidad de renovarse y actualizarse... De hecho, el documento programático del sínodo cacereño tiene sus raíces en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium , del papa Francisco, en la que habla de una "opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda la estructura eclesial se convierta en cauce adecuado para la evangelización del mundo".

Sean cuales sean los resultados, "lo cierto es que esta manera de trabajar debería convertirse en la habitual si fuera posible, todos en conjunto, compartiendo reflexiones y planificaciones... Esperamos una mayor implicación de las personas en la marcha de la Iglesia y si eso se consigue, se habrá conseguido mucho", concluye el sacerdote.