"Sólo queremos recuperar a nuestros hijos, poder estar con ellos, es lo único que nos importa". Poco antes de empezar el juicio al que han de someterse por llevarse por la fuerza a sus hijos del centro de memores Julián Murillo, donde aún siguen ingresados los dos pequeños, mientras que el mayor está en un centro de Badajoz, Julio Prieto y Sonia Batuecas se muestran inquietos, ella impaciente y nerviosa y él algo alterado. Han pasado casi dos años desde que todo ocurrió, pero siguen culpando a otros.

Aseguran no haber conseguido entender aún por qué se los quitaron ni que les acusen de raptarlos, "cuando es la Junta la que los tiene secuestrados. A nosotros nos los quitaron por simples rumores y si nos los llevamos fue porque ellos querían estar con sus padres y no en un centro", advierte el padre visiblemente enojado.

Con dureza critican que lleven más de año y medio sin poder ver a sus hijos, "no sabemos ni como es nuestra hija", y sin ni tan siquiera poder hablar con ellos por teléfono. "Esto es algo que el sistema no lo hace ni con los asesinos o ladrones, pues a éstos se les condena a ir a prisión, pero no a no poder ver a sus hijos. Entonces, ¿por qué a nosotros, que nunca les hemos hecho daño, no nos dejan ni verlos ni hablar con ellos", señala Julio.

Lo único que saben de ellos es por la madre de Sonia y su hermana, a las que sí les está permitido verles, "y ellas me dicen que les ven muy tristes", manifiesta con preocupación la madre de los pequeños. Esta asegura que ahora lo único que le importa es recuperarlos o, al menos, poder verles, y por ello insiste una y otra vez en preguntar a su abogado qué tiene que hacer para conseguirlo.

Por el momento habrán de esperar. Han regresado de Valencia, donde han residido en los últimos meses, y no volverán. "Nos quedaremos por aquí, buscando trabajo en el campo y en espera de saber qué pasa". Lo que ambos tienen claro es que darían su vida por sus hijos y que quieren tenerlos con ellos.