"Soy imbécil por no haber caído", lamenta A. C. S. Este cacereño, casado y con hijos, no sabe explicar cómo el 8 de mayo llegó a firmar unos papeles sin apenas leerlos, confiando en las palabras de un completo desconocido que le contaba a él y a su mujer las maravillas de un complejo turístico en Marbella, con sus planos y la memoria de calidades sobre la mesa.

"Son muy cucos y te hacen picar, se dan tal maña que cuando tú preguntas cualquier duda, ellos te acaban enredando y no te das ni cuenta", asegura. De hecho, él en teoría contrató un alojamiento en Gandía por 40 días, pero cuando llegó a casa y estudió más a fondo la documentación, se dio cuenta de que tendría que pagar 28.995 euros. "Sólo pensaba en que de dónde me iba a sacar ese dinero". Al final, él ha tenido suerte. Decidió consultar con una asociación de consumidores y logró anular el contrato antes de 10 días con un burofax a la empresa. En realidad, le costó enviar tres.