La Concatedral de Santa María lucía ayer sus mejores galas, en una jornada más del Novenario en la que cientos de cacereños querían ver de cerca a la patrona. Entre el público que abarrotaba las naves del templo se podía distinguir, sin siquiera preguntar, quién era cacereño y quién no. Los turistas, que este puente de mayo llenan Cáceres, de hecho, la Confederación Empresarial de Turismo de Extremadura asegura que los hoteles de la ciudad rondan el lleno, asistían asombrados a la profusión de devotos, flores y rezos alrededor de la Virgen de la Montaña. Amparo y Mari Carmen vienen de Valencia, «nos ha sorprendido», aseguraban, «quien es devoto, se sobrecoge con esto».

Aunque a algunos visitantes les habían explicado el culto de estos días en las oficinas de turismo, otros, como una pareja de holandeses, no sabían nada, «en una ciudad de Holanda también exponen a la virgen durante el mes de mayo», explicaban en una comparación de la tradición de su país con la cacereña. Y entre tanto turista, Carmen, una nonagenaria cacereña que, como cada día del Novenario, iba a ver a la Virgen, en su silla de ruedas, acompañada por su hija y su cuidadora.