La Asociación para la Protección y Defensa de los Animales de Cáceres, creada hace más de 15 años, se encuentra en una difícil situación que pone en serio peligro la continuidad de la labor emprendida por un grupo de voluntarios para dar una segunda oportunidad a animales maltratados y abandonados de esta ciudad.

Desde su fundación, esta asociación luchó por conseguir la gestión de la perrera municipal, logrando en el año 2000 la firma de un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de Cáceres mediante el que la corporación se comprometía a mantener las instalaciones de la perrera en buen uso, a la dotación de un vehículo para la recogida de animales, y al abono de una cantidad anual para el pago de salarios de dos trabajadores y los gastos de gestión de la perrera. Los gastos veterinarios y de alimentación correrían a cargo de la Protectora.

Durante este tiempo, la gestión de la asociación ha convertido la antigua perrera municipal en un lugar digno de visitar. Ha reubicado en hogares una media de 400 o 500 perros al año, muchos de ellos en países como Alemania, Holanda, Suiza, Francia e incluso Estados Unidos. Gracias al gran esfuerzo de los voluntarios, que trabajan desinteresadamente los 365 días al año, sin horario, ni festivos, y pagando cuotas para ayudar con los gastos de vacunación, esterilización y colocación de microchip de los animales, la Protectora ha alcanzado una gran reputación tanto en España como en otros países, por el hecho de ser la primera que acabó con el sacrificio innecesario de animales que tradicionalmente realizan las perreras municipales.

Estamos a finales de diciembre y el Ayuntamiento de Cáceres aún no ha abonado a la protectora el dinero presupuestado para el año 2010. Mientras la concejala de Sanidad y Asuntos Sociales, Marcelina Elviro, da excusas peregrinas sobre el no ingreso del dinero convenido, los gastos de los voluntarios se han incrementado por el incumplimiento municipal del convenio, hasta el extremo de no poder hacer frente a las deudas contraídas durante este año en concepto de salarios y seguridad social de los dos trabajadores, gastos veterinarios, suministradores de pienso, etc.

Esta actitud por parte de las autoridades municipales nos deja perplejos por tratarse --paradójicamente-- de una ciudad que presentó su candidatura para convertirse en Capital Europea de la Cultura en 2016. Suponemos que no se incluiría en el proyecto la vuelta a la barbarie de matar por matar anualmente a cientos de animales, erradicada hace 10 años de esta ciudad. O quizá sí, y por eso nos eliminaron a la primera de cambio. (Por cierto, ¿por cuánto nos salió la "juerga"?).

Una sociedad moderna debe caracterizarse también por la sensibilidad hacia los animales y un trato digno. Y si ahora quitan la gestión a la protectora, ¿qué ocurrirá con los más de cien perros y gatos que siguen allí a la espera de adopción? Nadie gestionará más barato y con más eficacia este servicio que las personas amantes de los animales que vienen demostrándolo desde hace años.

Quizá a la señora Elviro le ayude a recapacitar la frase de Mahatma Gandhi: "La grandeza de una nación y su progreso moral puede ser juzgada por la forma en que sus animales son tratados".