Rafael Álvarez El Brujo es un clásico dentro del Clásico, lo dijo ayer la directora del festival, Silvia González, y lleva razón. Las localidades de anoche, agotadas hace días, llevaron hasta Las Veletas, llevarán hoy también (22.30) su ‘Cómico esencial’, una especie de making of donde el artista repasa, a modo de trayectoria, cómo hizo sus espectáculos. Recordaba Rafael la primera vez que vino a Cáceres con ‘El Lazarillo de Tormes’ en San Jorge. Minutos antes de empezar la función, llegó la policía para decirle al Brujo que no podía salir a escena porque se estaba produciendo un grave problema de desorden público: 200 personas a las puertas exigiendo entrar a un teatro donde ya no había más aforo. Ayer confesó Rafael que él había contratado a aquellas 200 personas, por si acaso lo suyo no fuera un éxito. Se equivocó, quizá porque El Brujo nunca ha ignorado al público y en eso radica su magia.

¿Por qué festivales como Cáceres, Almagro o Mérida triunfan? Porque cumplen a rajatabla eso que dijo Molière: «El arte del teatro es el negocio de la solución del público». Lo que vemos con El Brujo es un espectáculo de gran dimensión, un hilo de juego de la comedia del arte, todo un repertorio del que Rafael hace un puzzle. El espectador se encuentra dentro de «una velada, de un show, con un actor que ya es un veterano porque la dramaturgia es mi respiración». No se pierdan, si pueden, esta cita, que servirá para bajar el telón de un festival que ha vuelto a hacer de la ciudad monumental de Cáceres el escenario clásico más hermoso que tenemos.

Pero no se vayan, que aquí no acaba la cosa. El festival cerrará mañana con dos estrenos, en la sección oficial veremos ‘Farsantes de ida y vuelta’ a cargo de Z Teatro en las Veletas a las 22.30 y ‘El carajo’, que presenta Labotika en El Corral de las Cigüeñas (24.00 horas) con Nicholas Manga y Bola, en una adaptación del libro La cazzaria, de Antonio Vignali hecha por Marce Solís, que interpretan a dos juglares que se ganan la vida enseñando sexo por aldeas medievales. Un final suculento para un festival que, un año más, aprueba con sobresaliente.