"Estoy un poco nerviosa. ¿Cómo va a ser la entrevista?", decía Isabel Olivenza a Jara Sánchez. Y durante cinco minutos mantuvieron una conversación en la que solo se escuchaba el silencio y sus ademanes con las manos. Isabel es sordomuda y necesita a Jara (su intérprete en lengua de signos) para comunicarse con el mundo. "Es muy difícil. Muchas veces quiero comunicarme y si no hay un intérprete no puedo. Intento forzar la voz para ver si me oyen. Pero nada. Al final acabo por escribirlo", cuenta resignada Isabel. "Una vez no pude firmar un contrato de trabajo porque no me entendía con mi jefe", explica mientras suelta una carcajada al acordarse del numerito .

Por signos

Es sordomuda desde que nació porque tuvo una asfixia con el cordón umbilical, lo que provocó que no le llegara oxígeno al cerebro. De pequeña nadie le enseñó a hablar en lengua de signos y se comunicaba con su familia mediante gestos. Después, sus padres la llevaron a un colegio especializado a Málaga, porque entonces no había ninguno en Cáceres. Allí, viendo a los demás niños comunicarse en su idioma , aprendió. "Nadie me enseñó. Aprendí sola viendo a mis amigos" recuerda con signos a Jara, mientras esta nos traduce sus palabras al castellano.

"La lengua de signos no es nada fácil. No tiene artículos, ni preposiciones, ni conjunciones. La estructura no tiene nada que ver con el castellano. Es como hablar en indio. Pero es un trabajo muy gratificante, gracias a ello haces feliz a mucha gente", explicaba Jara a este diario.

Isabel también es feliz. Trabaja como asistenta en una casa y vive con su hijo. "Lo que más me duele es que a él no puedo escucharle. Pero nos entendemos muy bien. Nunca hay problemas", asegura orgullosa de su retoño.

Si tuviera que reprocharle algo a la sociedad es la falta de atención a los discapacitados: "es muy difícil para nosotros encontrar trabajo y tenemos pocas posibilidades. El trabajo es lo primero porque sin ello no puedo vivir". Más aún en su situación, una madre sobre la que recae la responsabilidad de toda su familia. La tele tampoco es su mejor aliada. Solo ve el programa Escúchame , de Canal Extremadura, porque está subtitulado para sordos. "No puedo ver las noticias, en la mayoría el recuadro donde aparece el intérprete es muy pequeño o le ponen encima el logotipo del canal. Así que es como si no hubiera nada", comenta. Y entonces la melancolía llega a su cabeza: "si yo solo sueño con poder bailar, cantar, ir al cine, al teatro, dar clases de natación. Pero no puedo".

Muchas veces su centro de reunión es la Federación Extremeña de Deficientes Auditivos, Padres y Amigos del Sordo (Fedapas), a la que pertenece hace más de 20 años. "Estoy muy contenta porque ellos me ayudan a buscar trabajo, hacemos viajes, conferencias. Me acompañan cuando tengo que hacer cualquier cosa en las administraciones públicas. Me hacen ser una persona normal". Aquí conoció a Jara, que ha sido su voz durante el tiempo que duró esta entrevista y otras muchas horas en su vida.