Diez de la mañana. Comienza un nuevo día en el silencioso mundo de Juan Manuel. Un largo camino le conduce desde casa hasta su oficina en Moctezuma, pero él prefiere caminar para hacer un poco de deporte antes de sentarse delante de un ordenador. Le gusta pasear por la ciudad, aunque no se para a escuchar los ruidos que hay alrededor, prefiere centrarse en su mundo y pensar qué chiste contará a sus compañeros nada más entrar por la puerta del Instituto Municipal de Asuntos Sociales, su lugar de trabajo.

Juan Manuel acaba de terminar Empresariales y lo único que quiere es continuar adquiriendo conocimientos y a la vez adquirir experiencia para llegar bien preparado al mundo laboral. Tiene 25 años y pertenece a la Asociación de Sordos de Cáceres. Está becado en el Instituto de Asuntos Sociales, trabajo que comparte con Agustín, Montaña, Consuelo y Carmen, cuatro personas que sufren también una discapacidad. "Todos los días estoy ansisoso por llegar al trabajo y hacer reir a los demás, aparte de escuchar todas sus anécdotas", explica el joven cacereño.

Cuando entra por la puerta, Agustín lleva ya 15 minutos organizando sus papeles para comenzar a tiempo con las labores diarias. El orden y la puntualidad son algunas de sus manías. Será una mañana dura. Tiene que confeccionar dos trípticos con información sobre temas juveniles y quiere tenerlos acabados antes del mediodía. "Llevo tres años intentando romper las barreras sociales y demostrar lo que valgo", dice Agustín. Su vida dio un giro inesperado cuando hace diez años tuvo que ingresar en el Centro de Rehabilitación Sagrado Corazón de Jesús, al serle diagnosticada una esquizofrenia crónica. "Cuando me di cuenta de lo que me estaba sucediendo fue como si los años de mi vida no hubieran servido para nada. Todo lo que había conseguido se esfumó". Agustín cursó recientemente un ciclo superior para completar sus estudios universitarios de Tecnología Técnica Industrial e intentar recordar todos los conocimientos adquiridos en su juventud.

Mientras sigue clasificando toda la información, Consuelo y Carmen toman un café en la sala de descanso y charlan sobre la película que vieron la noche pasada. Carmen pertenece a la asociación cacereña Aspainca y se dedica a organizar los datos de la bolsa de empleo de la ciudad cacereña. Por su parte, Consuelo realiza labores de ordenanza y de atención al público. Se diferencia del resto de sus compañeros en que padece Síndrome de Down desde que nació. No ha tenido que aprender a aceptar su discapacidad, pero sí lucha para que los demás sepan convivir con ella y no la traten de forma distinta.

Montaña es la encargada de la biblioteca del centro. Su trabajo consiste en ordenar, clasificar, rellenar fichas y hacer préstamos de libros. "He adquirido muchos conocimientos gracias a este proyecto, pero valoro más el enriquecimiento personal que me llevo cada día". Ahora organiza la biblioteca con soltura, sin necesidad de pedir ayuda a sus tutores, controlando que los usuarios devuelvan sus libros a en la fecha señalada.

Igual que todos

Cinco personas que tienen una discapacidad y no renuncian a sus sueños. Son aparentemente diferentes, pero tienen las mismas inquietudes que el resto del mundo. Vuelcan su vida en el trabajo diario y lo único que ambicionan es que un día la sociedad les reconozca como lo que son: personas luchadoras que quieren optar a un buen empleo y el día de mañana poder adquirir una vivienda donde formar su propia familia.

El objetivo principal de este programa, de la Concejalía de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Cáceres es "abrir un abanico de posibilidades a las personas discapacitadas para que tengan la misma oportunidad y puedan acceder a todas las empresas y profesiones", afirma Basilia Pizarro, responsable de esta concejalía. El proceso de selección del personal becado pasa por la presentación del proyecto por parte de las distintas asociaciones a las empresas interesadas. Estas eligen al discapacitado que mejor se amolde a sus condiciones de trabajo. El año que viene se pretende extender el programa a otras concejalías del ayuntamiento cacereño para que estas personas tengan oportunidades para elegir entre una gran variedad de oficios y poder acceder a otras empresas.

Javier Santano es uno de los responsables de este proyecto. Se compromete con las tareas de los becados además de preocuparse por que estén cómodos y cumplan con sus funciones. "Tenemos un programa general pero cada asociación nos presenta el suyo, porque cada persona tiene una discapacidad diferente y tenemos que amoldarnos a ellos", explica.

Santano admira la dedicación que estas cinco personas tienen con su trabajo, una entrega que no cesa con el paso del tiempo. "Cada vez nos piden que les hagamos responsables de más tareas y ya no precisan de nuestra ayuda para realizar sus labores diarias", subraya.

Juan Manuel, Agustín, Montaña, Consuelo y Carmen son un ejemplo a seguir por el resto de a sociedad. Estas personas lo dan todo sin pedir nada cambio y en sus gestos siempre hay una muestra de agradecimiento. La ilusión está presente en su día a día y nunca pierden la esperanza de encontrar un hueco en el mundo laboral.