Susana García pelea a diario para espantar a los fantasmas del 11-M. La joven profesora cacereña que perdió a su esposo, Eduardo Sans, en los atentados de Madrid sigue sufriendo, ocho meses después, un auténtico calvario en Azuqueca de Henares (Guadalajara), donde reside y donde recibe todavía asistencia psicológica cada 15 días. Su gran objetivo: regresar a Cáceres para estar con su familia. Para ello ha pedido a las administraciones que ayuden a su traslado desde Villanueva de Henares, donde da clases de inglés, a Extremadura. La petición es por ahora infructuosa.

Tras el atentado, y la muerte de su esposo, con 31 años de edad, los mismos que ella, la única gran alegría de Susana ha sido el nacimiento de su segundo hijo, Sergio, dos meses después de la tragedia.

Su pequeño la mantiene con fortaleza, dentro del impacto sufrido, con el apoyo de sus padres, Ramón y Manoli, que siguen estando a su lado.

El fallecido Eduardo Sans trabajaba de cocinero en el organismo autónomo Fondo de Explotación de Cría Caballar y Remonta, en Madrid, y tenía solicitado traslado a Cáceres, la tierra de su mujer, siendo un enamorado de Extremadura, profundamente religioso y asiduo visitante de la estación ferroviaria Arroyo-Malpartida, donde sus suegros residen.

Las listas del posible traslado a Cáceres debían salir el 30 marzo, estando Eduardo inquieto por ver si él estaría entre los elegidos. Nunca pudo verlas. Unos bárbaros truncaron su joven vida.

Oídos sordos

Susana lamenta el abandono de las autoridades. "Aún hoy, sigo atenta a todo cuanto se refiere al atentado. ¿Qué puedo pensar? Echar la culpa al anterior presidente del Gobierno por llevarnos a una guerra. Al actual por que prometieron muchas cosas que no han cumplido...", explica a EL PERIODICO EXTREMADURA.

Esta profesora de inglés trabajaba de interina en un colegio de Alcalá de Henares, pendiente de hacer unas oposiciones. Después, gracias al favor de un compañero, entró en un centro de Villanueva de Henares, más cerca de su hogar.

Sobre su traslado laboral, asegura que el ministro de Trabajo le pidió que le escribiera una carta para analizar el caso. "Todavía estoy esperando respuesta", lamenta.

También en Cáceres existe preocupación por ella. Su tía carnal, Toñi López, alcaldesa de la estación Arroyo-Malpartida, ha hecho gestiones ante la directora provincial de Educación, la consejera de Bienestar Social y el alcalde de Cáceres para tratar de conseguir en algún centro, dentro del entorno de la estación, una plaza para Susana, puesto que su vida en Azuqueca es insostenible, aún contando con el apoyo de su padres.

"Susana ya no tiene nada que hacer allí... incluso su marido quería venirse aquí desde hace tiempo. Si pudieran darle una plaza en algún pueblo cercano a nuestro entorno su vida podría cambiar, puesto que aquí estaría arropada por toda la familia, dando mayor bienestar y tranquilidad a su hijos, Eduardo y Sergio", explica Toñi López.

Tampoco, Toñi López ha recibido ninguna comunicación por parte de las instituciones extremeñas para aliviar el dolor de esta joven madre que contrajo matrimonio el día 13 de junio de 1998 y que, seis años después, sufrió el mazazo más grande su vida. Ahora sólo le queda la esperanza de sacar adelante a sus dos hijos y de regresar a su tierra.