Los descendientes de Carmen Solís Ricoy se hacen un lío con los parentescos. Y no es para menos. Son cinco generaciones de una saga familiar cacereña de las que quedan pocas y que esta Navidad se han vuelto a reunir en torno al cabeza de familia, Carmen Solís, La gallega , como la conocen en Valdefuentes, su pueblo de adopción desde los 4 años.

Mateo Ortiz hace dos meses que alargó el árbol genealógico convirtiendo en tatarabuela a esta mujer de 95 años que aún teje bufandas para los hombres de su familia, cada uno tiene dos o tres. Lo curioso es que éste no es el último descendiente que usa pañales en la familia. También está Elvira Fernández, que solo tiene tres meses de vida, y que es la sexta biznieta de Carmen Solís. Mateo es hijo de Elena, la joven biznieta de 23 años que ha hecho abuela a Flor Arias a los 53 años, nieta a su vez de Carmen Solís.

El clan familiar no termina ahí. Hay otro biznieto en camino. "Este año y en los próximos días vamos a ser abuelos por primera vez el segundo hijo de Carmen, el cuarto y una nieta", explica Flor Arias. Esta joven abuela cuenta que el lío de parentesco está en que ella tiene tías más jóvenes porque su abuela, Carmen, y su madre, María Gil Solís, de 75 años, tuvieron casi al mismo tiempo hijos.

"Cada vez que nos reunimos es una fiesta", asegura María Gil. "Somos una familia muy bien avenida", comenta otro de los hijos. Claro, que también tiene sus complicaciones reunir a casi cuarenta familiares. A Carmen tanta gente le agota, pero reconoce estar "muy contenta" porque tiene hijos "muy buenos". "Tengo que dar gracias". Y lo hace en su rosario diario y en las novenas al Cristo de Medinaceli y a la Virgen de Bienvenida, patrona de Valdefuentes.

El recuento completo de sus descendientes es: seis hijos, doce nietos, seis biznietos y un tataranieto. El más afortunado es desde luego Mateo que tiene tatarabuela, bisabuela y abuela. Así es que no necesita precisamente ser modesto.