Fue ordenado sacerdote hace quince años. Antonio Sanféliz Forner (Castellón, 1977) siempre sintió la vocación. Ingresó en el seminario tras acabar el Bachillerato y estudió Teología en Valencia y en la Universidad de Navarra. Es párroco de la parroquia de Asunción de Chilches y después de predicar hace dos años la novena de la Victoria en Trujillo, este año hace lo propio con la Virgen de la Montaña, patrona de Cáceres.

--¿Cómo recibió la noticia de la diócesis para ser predicador de la patrona?--Fue un honor y una responsabilidad y más teniendo en cuenta la importancia que tiene la patrona para los cacereños y la devoción que mueve la Vvirgen. Llegué para la Procesión de Bajada y quedé impresionado. El cariño y la entrega supera cualquier explicación que me habían dado. Es un continuo entrar y salir de gente todo el día. Yo no lo había visto nunca.

--¿Y qué sensación percibe durante los días del novenario?--Ves un pueblo entregado. Además en esa diversidad de gente entregada por el amor a la Virgen. Te cautiva. Te transmite. Conforme va avanzando la novena voy llenándome del calor y del respeto de los cacereños.

--Es párroco en Asunción de Chilches en Castellón, ¿la devoción se vive de igual forma?--Es distinto. Aquí veo más calor. En Castellón también hay devociones fuertes, pero de forma generalizada. Me llevo una impresión muy grata de aquí.

--La creencia popular asegura que los ciudadanos solo recurren a los santos y las Vírgenes cuando tienen algo que pedir, ¿cuál es el deseo que más le repiten los fieles?--En el corazón de cada una de las personas siempre hay un deseo. Ese deseo siempre se transmite hacia los estudios y hacia las personas que queremos. A la Virgen como madre le piden deseos de protección, que ayude a las personas en caso de enfermedad. No son cosas superfluas, lo que aflora es lo que más quieres y está en tu corazón.