El largo pasillo de un portal situado en la calle Moret conduce a la sede cacereña de la Plataforma Extremeña contra el Acoso Laboral. Un túnel físico similar al que viven en sus cabezas los afectados por mobbing. J. G. D. C., de 42 años, es uno de ellos. Ha trabajado como interino en un centro de la Consejería de Bienestar Social y, anteriormente, en un geriátrico de Navalmoral. En la actualidad, está de baja por "estrés laboral" tras el calvario físico y psicológico que ha atravesado en los últimos años: "En el primer trabajo fui rechazado de golpe. En las reuniones no me hacían caso. Protestaba porque había cosas que no funcionaban. Me relegaron al lavavajillas y me sobrecargaron de trabajo", afirma.

Esta víctima de acoso laboral aguantó tres años la situación. "Empecé a enfermar con todo tipo de dolencias, Tuve que cambiar de médico varias veces", recuerda. Ahora se siente "muy indefenso" porque no hay ley que tipifique el mobbing como delito y pide a la administración un centro de rehabilitación para afectados.