Lorca marcaba una diferencia entre teatro en el aire y el teatro bajo la arena. Con el primer término se refiere a la escena convencional, comercial, basada en la ficción y en la apariencia. El segundo hacía mención al compromiso con la emoción, con la verdad. Isidro Timón recurre a la metáfora lorquiana para expresar su pretensión escénica con ese segundo, el teatro que se sumerge en las entrañas. O bien lo hace porque el espacio que dirige tiene dos plantas y quiere diferenciarlas. El dramaturgo regenta junto a Amelia David la sala Maltravieso Border Scene, un espacio multidisciplinar en el corazón de la capital cacereña. Ya en una entrevista que concedió a este diario nada más abrir sus puertas en 2015 aclaró que el apodo de la sala. Maltravieso porque «ahí empezó todo, en Cáceres, en esas cuevas. Las pinturas con manos sobre las paredes no manifiestan otra cosa que la necesidad del hombre, ya desde la prehistoria, por expresarse artísticamente. También el teatro comienza ahí, con las danzas rituales» y Border Scene porque «significa escena fronteriza y en el arte, estar trabajando en una zona fronteriza te aleja del ruido, y eso te ayuda a crear, es como estar en la cuerda floja, al límite. Puedes alejarte de lo comercial y dedicarte a crear».

Timón confiesa que el proyecto nació en verano de la «necesidad». «Veíamos en Cáceres una carencia teatral», añade. Ahora acaban de celebrar dos años en activo y cuentan con un elenco que casi alcanza una decena de profesores y hasta 150 alumnos en su escuela. Hace una semana la muestra ibérica de artes escénicas lanzó a las tablas piezas que salen de los circuitos comerciales de todos los puntos del país. Cáceres acumula gran tradición teatral, el festival de teatro clásico lo demuestra, pero lo cierto es que más allá de la programación de Gran Teatro, que Timón gestionó durante años, en la región suman iniciativas alternativas a las salas convencionales que aglutinan escuela y escenario para dar vida a representaciones. Skene en Badajoz, TAPCT en Mérida, Chameleon en Plasencia y la más cercana, La Nave del Duende en el Casar de Cáceres. Maltravieso gira en torno a esos pilares. Su punto fuerte pasa por la escuela. Imparten expresión corporal, esgrima, danza contemporánea, escritura creativa y magia orientadas para un perfil más profesional, no obstante el perfil de los alumnos es tan amplio como la oferta abierta a cualquier persona. Hay formación teatral para niños y adultos. «La mayoría son profesionales, pero hay gente que siente curiosidad y viene, hay alumnos de 13 a 70 años», subraya.

Maruchi león, Juan Margallo, Daniel Holguín, Félix Esteban y el mismo Denis Rafter que pedía «actores y directores con instinto» se encuentran entre los nombres que han pasado por la calle Parras y posan en las instantáneas que se conservan bajo las escaleras, bajo el cristal de la mesa en la que los responsables de la sala atienden a este diario.

CAMBIO DE CONCEPTO //El espacio es diáfano, apenas unas sillas, unos instrumentos para moldear el cuerpo cuelgan de las paredes, impolutas y blancas. La primera planta, la principal, toma forma de escenario para las representaciones. «El último día hubo cien personas», anota Timón. La segunda se divide en dos aulas, que sirven para diferenciar las lecciones de profesores Fulgen Valares, Rubén Lanchazo, Laura Durán, Lara Martorán, Sergio Barquilla y Gabriel Ferrá.

El balance sobre los dos años de recorrido es muy «positivo». Alaban la cantera de la Escuela de Arte Dramático cacereña y añaden que lo que más les ha sorprendido es la «implicación» de los estudiantes. «Tienen hambre de teatro», confiesan. Tanto es así que decidieron crear una compañía profesional para mover los textos de Timón al escenario cacereño y a cualquiera. De hecho, horas después de la charla deben viajar a Torrejoncillo para hacer un pase de ‘Vis a vis’, una pieza que nace en Maltravieso.

La clave del éxito para la sala es azarosa, pero lo que si asumen tanto Isidro como Amelia es un cambio de ‘chip’ en el teatro. «El concepto de consumir teatro ha cambiado, la gente quiere cercanía, busca más contacto», apunta el dramaturgo. Otra de las secuelas que destacan es «la voluntad» que demuestran los alumnos amateur por aprender sobre el sector. «El ciudadano de a pie tiene la posibilidad de valorar la escena de otra manera y eso genera cultura teatral en el público». El mismo público que luego acude al teatro en una ciudad que quiere seguir siendo «teatral».