De visita por la comunidad extremeña, Thubten Wangchen, máxima autoridad tibetana en España, reivindica el derecho de su pueblo a desligarse de China, aunque reconoce que sin la ayuda del resto del mundo será imposible. Padrino de la Fundación Tashi Deleh, que promueve la construcción de un centro budista en San Martín de Trevejo, el director de la Casa del Tíbet en Barcelona será recibido hoy por la alcaldesa de Cáceres y el obispo de la diócesis, Francisco Cerro.

--¿Por qué ahora las denuncias sobre la violación de derechos humanos en el Tíbet?

--Llevamos medio siglo sufriendo. No es algo de estos meses pasados. Los intereses de los países han silenciado los problemas en el Tíbet porque necesitan negociar con China. Las Olimpiadas de Pekín han conseguido que se hable más de nosotros, aunque siguen la represión brutal y las torturas.

--Aunque ha trascendido la situación de los monjes tibetanos, ¿hay un compromiso real de apoyo de Europa?

--Es lento, aunque no suficiente. Muchos políticos tienen simpatía al Dalai Lama como Sarkozy, Bush o Brown. Que algunos países quieran boicotear los Juegos es un comienzo, pero el 100% de compromiso es muy difícil. Ni siquiera la ONU ni la comunidad internacional, que deben trabajar más y decir si merece la pena hacer unas Olimpiadas en un país que viola los derechos humanos.

--Pekín 2008 parece una oportunidad única para decirle al mundo qué pasa en el Tíbet...

--Nadie está contento con lo que hace China, pero el mundo entero está detrás de su mercado y el negocio económico. Los tibetanos tenemos ahora una gran esperanza de que China debe cambiar. Somos optimistas, pero es un gobierno duro, que no quiere libertad ni independencia. Es el momento de que el Dalai Lama y China hablen sobre qué quieren los chinos y los tibetanos.

--¿Qué pide a Extremadura?

--Cataluña y País Vasco están con nosotros, pero no se pueden comparar con el Tíbet ni a España con China. Me gustaría que el presidente extremeño me recibiera para explicarle la situación. Sería la primera vez. En Extremadura no hay grupos de apoyo y mi visita puede servir para hablarles de nuestra filosofía y que nos apoyen.

--¿No teme que haya un nuevo estallido de violencia coincidiendo con las Olimpiadas?

--Mi deseo es que no ocurra nada. Después de los Juegos, el gobierno chino va a ser más duro y el mundo no hablará de nosotros. Por eso, el diálogo tiene que empezar ya, antes de los Juegos. No hablamos de independencia sino de autonomía total.

--¿Cómo se educa a los jóvenes?

--Tenemos que seguir el camino de la no violencia, contando la verdad de nuestra historia y preparar el futuro. No podemos olvidar nuestra historia y cultura y dignificarlas, pero necesitamos un gobierno propio para, libremente, enseñar nuestro idioma, que haya derechos humanos y ser una democracia.

--¿Puede explicar cómo es ahora el día a día en el Tíbet?

--Hay más chinos que tibetanos. Ellos lo dirigen y dominan todo. Aunque no vivo allí, da igual que sea lunes o sábado, no hay tantos festivos como en Europa. Solo es trabajar, trabajar y trabajar. Los tibetanos están viviendo con los tanques en la calle y los militares chinos preparados para disparar. Hay toques de queda y no pueden disfrutar nada.