Muchos españoles votamos por vez primera en el referéndum que controló Fraga para perpetuar el régimen franquista. Eran tiempos en los que en un referéndum había más "Sí" que votantes. Porque entonces no había votaciones para nada. Había uno que mandaba en el país, en la provincia, en la ciudad y en el domicilio familiar y sus propuestas se aprobaban por unanimidad. Mejor aún, por asentimiento y aclamación.

Ahora no pasa día en que no participes en una votación. Acaso hayas participado en la elección del presidente de la asociación de vecinos, en el del club recreativo, en la Asociación de Padres- Menos mal que el presidente de la comunidad de vecinos se debe a una rotación establecida. En la pandilla no se votaba. Mandaba un autoproclamado líder y lo aceptabas bajo la pena de quedarte solo, aunque a veces se aprobaban propuestas de cualquier otro coleguilla por unanimidad y aclamación: "Vamos a las escaleras para verle las bragas a la Choni".

En casa eran tiempos de "cuando seas padre comerás huevos y ahora te chupas los cascarones"; "cuando hablan los mayores los niños se callan"; "cómete los garbanzos"; "a la diez en casa". Hoy ni garbanzos, ni hora de llegada ni cállate. Y encima, aunque presumes que eres padre, no "comes huevos" porque es la hora de la infancia y de la juventud. Llega el verano y es necesario elegir el lugar de vacaciones, pues a votar. Tres a favor de una playa y uno de quedarse en casita. Como siempre, estás en minoría. Lo mismo te sucede con la comida de mañana. Ganan los espaguetis pues las alubias con chorizo y pata de cerdo solamente obtienen un voto. Estás empezando a hartarte de perder pero tendrás que aguantarte pues eres tú quien presumía de haber luchado para que llegara la democracia, de manera que mejor es que te calles. Y es que la democracia no se ha limitado a transformar la vida pública sino que ha transformado y de qué manera la vida privada.