El 24 de noviembre de 1986 la Comisión Mundial de Monumentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (Unesco) inició su reunión en París para inscribir a Cáceres en el registro del Patrimonio de la Humanidad, junto a Toledo y las torres mudéjares de Teruel. Un día después, a las 12.30 hora francesa, la ciudad pasó a integrar el patrimonio cultural mundial por decisión unánime de la Unesco. Los 21 miembros del comité apoyaron sin reservas la candidatura extremeña defendida por León Pressouyre, profesor de la Universidad de París y miembro del Consejo Internacional de Monumentos y Ciudades, representante del Centro Internacional de Estudios para la Conservación Restauración de Bienes Culturales (Icomos), quien dijo que "Cáceres es un ejemplo singular y único de la conjunción entre las formas árabes primitivas, las romanas y la arquitectura de plazas fuertes, palacios y casas señoriales de los siglos XVI y XV en España".

Juan Iglesias Marcelo, alcalde socialista durante la legislatura 1983-1987, vivió de primera mano aquel acontecimiento. Recuerda que la propuesta llegó del Ministerio de Cultura y que rápidamente el ayuntamiento, a través de sus servicios técnicos, preparó un dossier "con una rica documentación", que se envió a la comisión. Hasta París se desplazaron el propio Iglesias y el entonces concejal de Relaciones Internacionales, Juan Bazaga, que conocieron de primera mano el de la Unesco y lo comunicaron telefónicamente a instituciones y periodistas.

El exalcalde confiesa que "entonces la gente tenía una conciencia difusa de la trascendencia del acontecimiento" e insiste en los importantes beneficios que ha supuesto la declaración para la ciudad, "con un importante incremento del turismo, de la cultura y una multiplicación de las infraestructuras".

El nombramiento se produjo precisamente en un momento en el que Cáceres continuaba siendo una ciudad "perdida en el lejano oeste peninsular". Y por eso la decisión de la Unesco "fue un revulsivo". Juan Iglesias iguala los beneficios que ha conllevado la declaración a los que supuso la implantación de la universidad. Estima que París fue un hecho de gran trascendencia histórica y social. "Nos puso en la rampa de lanzamiento", dice el exalcalde.

Para este político (en marzo cumplió 75 años) la declaración debe enlazarse con el proyecto de la capitalidad cultural del 2016 que, a su juicio, "es un acontecimiento de una extraordinaria importancia, que merece un esfuerzo grande por parte del ayuntamiento, de la Junta, del Ministerio de Cultura, de entidades...". Según Iglesias, el 2016 "es una idea extraordinariamente sugestiva que colma las perspectivas cacereñas para la próxima década". Pero además apunta que Cáceres tiene "muchas bazas" para lograr la distinción, aunque para ello han de movilizarse todas las fuerzas "con hondura y seriedad", las instituciones, organizaciones y medios de comunicación porque la capitalidad "supone estar en el escenario europeo un año entero".

Iglesias también se refiere, por otro lado, "al espíritu de conservación" de la parte antigua como "una vieja tradición municipal". Y en ese sentido recuerda su posición contraria al diseño del hotel de Atrio en San Mateo --"me parece que no encajaba", comenta-- y a la política que siempre se ha seguido en el ayuntamiento de que "las transgresiones en la ciudad vieja no son toleradas, aunque algunas piedras se hayan puesto hace 15 años".

No obstante, indica que la tendencia de conservar los cascos históricos como museos "es un problema que hay que resolver" favoreciendo la presencia en su interior de sedes institucionales, ofertas turísticas o servicios de restauración. Rememora el trabajo de su corporación cuando se hizo realidad la iluminación ordinaria y extraordinaria de la ciudad vieja y alaba las medidas actuales de restricción de tráfico.