No echo de menos las cofradías que bajaban hasta la plaza para consumar el rito, sustituyendo el cirio pascual por las cutre-bolsas de plástico. No echo de menos ruidos, la insoportable música machacona de los coches. No echo de menos los vómitos, las meadas y la basura.

No echo de menos los numeritos de madrugada en los que Leoncia era la víctima. No echo de menos a niños y niñas sin sentido. No echo de menos a padres al volante para recoger a las criaturas en San Juan. No echo menos de menos las ´gracias´ en coches y mobiliario urbano. El fenómeno creció desmesuradamente y los políticos fueron lentos. Ganamos en calidad de vida, después de marear la perdiz entre la tolerancia y la estupidez.

*Pintor.