TAtyer hubo de todo. Toreo a caballo del bueno, toreo más populista, y agua. La caída del cartel de Pablo Hermoso de Mendoza se tuvo que notar en la asistencia de público. Hoy por hoy, el navarro tiene un cartel al que no se acerca el resto del escalafón. Sólo Diego Ventura le pone en aprietos, pero hay un tercero en discordia: Leonardo Hernández, hijo.

Lo bueno de verdad lo hizo este joven torero, afincado en Majadas de Tietar. Su faena al sexto aunó muchas cosas: cabeza para saber elegir los terrenos y para comprender, ya al final, que el toro se vino a menos y tenía que clavar el rejón de muerte.

Fue ese animal que cerró la corrida un muy buen toro, pronto para acudir a la montura y con celo para mantener sus embestidas, sin acusar querencia a tablas. Fue ideal para hacer el toreo de ajuste y sobre todo, el toreo total, cuando el rejoneador lleva al toro cosido a la grupa y con ella parece que está dando un muletazo largo y hondo.

Sin duda, la cuadra de Leonardo Hernández le ayuda. Así, esa sexta faena fue muy completa. Clavo una primera banderilla en los medios, iniciando el galope desde los terrenos de chiqueros, para dar el quiebro con ajuste.

Similar fue el segundo par, muy espectacular al quebrar en la cara del toro. Subió de tono su quehacer, cuando con un precioso caballo castaño preparó el tercer par, clavó y remató componiendo con el animal que seguía con celo a la montura. Siguió con un cuarto arpón, con una preparación torerísima, porque el caballo no perdía la cara al toro, para clavar bien después.

Envainó el primer rejón de muerte, tras lo que clavó un segundo arriba. Hubo una fuerte petición de la segunda oreja, que no fue concedida. Antes se habían paseado dos tras matar de un bajonazo.

También paseó Leonardo Hernández un trofeo del tercero. Con él también estuvo bien, siendo este un astado peor por tener querencia a los tableros. Leonardo se adaptó a esa querencia y clavó ahora al sesgo, para concluir con las cortas al violín.

El resto de la corrida tuvo menos interés. Sergio Domínguez paseó dos orejas tras dar muerte al quinto, en lo que fue una faena de muchas desigualdades. Su cuadra de caballos no es la misma, lo que el joven torero suple con sus ganas. Pero el ajuste no llega, tampoco ese toreo a caballo buscando la despaciosidad.Ese segundo suyo fue un buen toro, que aguantó toda su lidia en los medios, mientras que ante su primero, justo de celo, no hubo calor en la faena.

Y Fermín Bohórque parece que está de vuelta. Frío ante sus lote, dijo muy poco.