Siempre he tenido un sentimiento en el que se han mezclado la fascinación y misterio por este edificio, al que me ha tocado subir más de una vez de niño al último piso (el 14), y no solamente en ascensor.

La Torre de Cáceres, construida entrados los años 60 siendo el alcalde el ingeniero de Obras Públicas Casto Gómez Clemente , aparece majestuosa al final de la avenida de Portugal, enfrente de lo que es ahora Los Fratres, en su día la Feria de Cáceres o, si quieren, casi donde pasaba el ferrocarril.

Contamos en la sección 'Cáceres todo un placer' hace tres años que hubo problemas para levantar el rascacielos porque no había dinero y que se dio prioridad a trabajadores de la Mutualidad. Al final se hizo ahí una gran familia. Eso sí lo puedo atestiguar. Conocí a gente que habitaba la Torre de Cáceres, con recuerdos imborrables con algunos de ellos que fueron amigos (¿verdad, Antonio Tomás?) y los pequeños comercios alrededor, alguno con el nombre que aún conservan. Hace poco compré ropa en uno de ellos y me retrotraje decenios atrás. Ahí sigue, inpertérrita, la Torre de Cáceres.