La ciudad monumental revive con el estreno del II Cáceres Irish Fleadh, el festival de música irlandesa que se trasladó ayer a la parte antigua y que pone de nuevo a la capital cacereña en el escaparate nacional de la música. No se parece al Womad en número de asistentes, pero sí en la pasión que organizadores y participantes le ponen a la convocatoria.

Adrián Macías, de 22 años, y José Antonio Moreno, de 20, son dos buenos ejemplos. Ayer llegaron de Sevilla para participar en uno de los nueve talleres que se repartieron por distintos edificios del casco antiguo. Un total de 40 inscritos recibieron clases de músicos irlandeses. "Es un foro de intercambio cultural en música irlandesa que te permite ampliar horizontes", señala Adrián que, junto al madrileño David y la alicantina Patricia, comparten en la casa del pueblo de UGT el taller de bodhrán dirigido por Ray Gallen, un simpático irlandés de Belfast, con experiencia en festivales similares de otros países.

El bodhrán es un instrumento de origen africano, tradicional en la música irlandesa, a modo de pandereta gigante, de madera y con piel de cabra. "Llevo cinco años tocando en el Fleadh de San Benedeto en Italia. En Cáceres es el primero y estoy encantado de que me hayan invitado", explica.

Muy cerca, en la Filmoteca de Extremadura, un grupo de cinco aprendices se reúnen en torno a una mesa. Johnny Brennan, un profesor dublinés con residencia en Toledo, les enseña a tocar la flauta. "La gente toca muy bien y me gusta mucho venir. Es un reencuentro con mi cultura", señala. Las claves para los principiantes están en empaparse de "técnica y ornamentación irlandesa" con unas piezas como base.

Instrumentos únicos

Pero un recorrido por el festival no depara sólo talleres. También el palacio de Carvajal acoge una interesante exposición de instrumentos, entre los que pueden encontrarse auténticas gaitas irlandesas y asturianas made in Spain . José Ramón Cuesta, gerente de la empresa Hevia, Parrado y Aragón, con sede en la localidad madrileña de Guadarrama, se dedica a exportar a más de 40 países el particular instrumento. Una gaita asturiana ronda los 1.100 euros y una irlandesa oscila entre los 1.300 y 6.000. "Queremos apoyar al festival con nuestra presencia. El nombre de Cáceres ya suena en España", subraya.

A Víctor Barral, un artesano con taller en Soto del Real (Madrid), también le mueve participar con una selección de bodhráns hechos con sus propias manos. "Puedes encontrar uno desde 60 euros. El precio depende de la decoración y el acabado". La razón para asistir al festival cacereño radica en difundir su peculiar trabajo.

Entre talleres e instrumentos pulula por las calles de la parte antigua Luigi Giuliani, el cerebro del festival, con la adrenalina por las nubes. "Cada año tenemos nuestra oportunidad de aprender con rigor y calidad en los talleres. No hace falta ir a Irlanda", dice el profesor italiano. Un concierto de Scaifte, procedente de Belfast, puso luego el broche en el Gran Teatro, como antesala a una buena pinta.