"Sí, soy gitano, un gitano joven con muchas ganas de trabajar y, creo, lo suficientemente preparado para ocupar un empleo digno". Para Antonio Silva Suárez, de 30 años, casado, padre de dos niños de 9 y 2 años y técnico en Transporte Sanitario con el título de Primeros Auxilios, la difícil aventura en que se ha convertido en los últimos años encontrar un puesto de trabajo se le está haciendo doblemente complicada.

El así lo considera, pues según reconoce tiene la sensación de que muchas puertas se le están cerrando por pertenecer a la etnia gitana.

Entiende que, como a muchos desempleados, la falta de empleo por la crisis a él también le afecta, "pero en mi caso es que son muchos los que, por el hecho de ser gitano, ni siquiera me dan la oportunidad de demostrar si valgo o no".

Es lo que personalmente percibe, pero también una realidad que ha podido constatar, pues según asegura a un amigo que le recomendó para un empleo "la respuesta que le dieron fue: ¿pero como le vamos a dar el puesto a un gitano?", un hecho "que duele y que psicológicamente afecta mucho".

Cuenta su experiencia en esta difícil tarea en que se ha convertido la búsqueda de empleo "no para victimizarme", ni para que, dice, "me den un trabajo por pena o por considerarme diferente, pues no lo soy". Lo único que quiere, asegura, "es una oportunidad", y por ella afirma que estaría "dispuesto incluso a trabajar uno o dos meses sin cobrar nada, solo para que se me dé la oportunidad de demostrar cómo soy, tanto como trabajador como también como persona".

Un cambio deseado

Antonio Silva nació y ha vivido siempre en la localidad cacereña de Navalvillar de Ibor, donde su familia es la única de raza gitana. "Mis padres llegaron al pueblo hace 40 años y en él seguimos ellos, mis hermanos, y nosotros, que somos los únicos gitanos que vivimos en el pueblo, perfectamente integrados y sin ningún problema".

Su padre se dedica "de siempre" a la compra-venta de caballos, y él a la venta ambulante de frutas, pero un día decidió que ese "no era el trabajo ni la vida que yo quería para mí y mis hijos". Quería "una vida más digna y con más oportunidades" y, consciente de que para ello debía formarse, decidió estudiar técnico de Transporte Sanitario y Primeros Auxilios, "porque era algo que siempre, desde niño, me había gustado mucho".

Cursó estos estudios en Navalmoral de la Mata, donde se trasladaba diariamente, y, no con poco esfuerzo, hace algo más de un año consiguió sus títulos. "Desde entonces no he dejado de buscar un empleo; he enviado currículums a prácticamente todas las empresas del sector que hay en la región, en Cáceres, Plasencia, Villanueva...; he llamado a muchas puertas, pero hasta ahora nada. De hecho, salvo los de Los Angeles de Cáceres, que me atendieron muy bien, ni siquiera me han recibido".

Pero Antonio Silva no desiste. No está dispuesto a renunciar a su sueño de trabajar en el transporte sanitario, ni al de dar a sus hijos una vida mejor y con más oportunidades que las que hasta ahora ha tenido él. "Quiero que mis hijos puedan estudiar, que lleguen a la universidad y consigan ser lo que ellos quieran, como veterinario, que dice el mayor que quiere ser".

Insiste en que no quiere que le den un trabajo por ser diferente, "pues tiene que llegar el día en que ser gitano no signifique ser diferente", y lo único que pide, reitera, es "una oportunidad para demostrar mi valía".