Pilar Campos es una de las 13 camareras que "ponen guapa" a la Virgen durante su estancia en Santa María y el resto del año en el santuario de la montaña. Ella es la encargada de elegir las flores que lucirá cada día y su compañera, Pilar Murillo, decide el manto.

La Cofradía ha tenido que reducir en un 50% el presupuesto destinado a este fin, debido a la crisis. Ahora hay menor cantidad de ornatos y se cambia con menos frecuencia. "Hace unos años, variábamos las flores día sí, día no; este año la patrona solo tendrá tres cambios", apunta Campos. A partir de las doce de la noche, cuando la concatedral se cierra al público, las camareras comienzan su jornada. "Lavamos y planchamos manteles, colocamos las alfombras, nos repartimos los jarrones y cambiamos las esponjas, si es necesario", afirma.

Los ramos de este novenario son claveles y lirios de cuatro colores. Cabe recordar que la patrona bajó del santuario de amarillo y en Santa María estuvo de rosa, hasta ayer.

La concatedral dispone en su interior de, aproximadamente, 26 jarrones (divididos en grandes y pequeños) y el trono que decora a la Virgen. "Al santuario vamos, cada viernes, una; en el novenario trabajamos todas juntas para que salga bien, yo lo hago con todo el amor del mundo", manifiesta Campos.