La historia da para un guion de cine, o de televisión, que está más de moda. Un joven jefe de la policía local, Benedicto Cacho, licenciado en Derecho, que a los 42 años toma el mando de la jefatura del cuerpo con ilusión y ganas de trabajar. Al mes, mientras está en Madrid en una feria de seguridad, alguien entra en su despacho y roba la caja fuerte que contiene su arma reglamentaria. La Policía Nacional se hace cargo de la investigación, ¿quién ha robado la pistola del jefe y por qué? Comienzan a tomar declaración a agentes del cuerpo y personal de limpieza de las instalaciones. Nada. Afirman que están revisando las cámaras de seguridad del edificio, pero tampoco sus grabaciones parecen resultar relevante. Tres meses después, porque los investigadores mantienen la hipótesis de que al arma fue sustraída entre la tarde del 21 y la mañana del 27 de febrero, nada se sabe de los autores ni las causas del robo. Ayer, la prensa volvió a preguntar a la delegada del Gobierno en Extremadura, Cristina Herrera, quien aseguró que «hay varios caminos de investigación», pero aún no hay detenidos ni conclusiones. «¿Y las cámaras, no se ve quién roba el arma?», insiste la prensa, «si no se ve claro, no se puede imputar a nadie un delito», responde Herrera. De momento, la Jefatura Superior de la Policía Local de Cáceres mejorará las medidas de seguridad y se dotará de un armero, actuaciones que ya estaban previstas, según el concejal de Policía Local, Rafael Mateos. Y a todo esto, el arma sin aparecer.