No es normal en estos tiempos ver lidiar una corrida de encaste Santa Coloma. Son esos toros de mirada viva, de poca caja y discreta encornadura, que los está desterrando --lamentablemente-- de las principales plazas. Ayer sí vimos una corrida de este encaste, y tuvo muchos matices, buenos la mayoría.

El mejor lote lo tuvo Alvaro Montes, y en él entró un primer toro, el clásico Santa Coloma cárdeno, frío de salida pero pronto a más. Con mucho temple en su embestida, que resultó dulce y acompasada, el torero llevó a cabo vistosas preparaciones, con giros espectaculares en la cara del toro, que calentaron los tendidos. Elegante en su monta, fue desarrollando una faena a más, con pares al violín y banderillas cortas. Pero tras clavar el rejón de muerte, falló con el descabello.

El cuarto fue también un buen toro, que aceptó toda la pelea en los medios, al cual recibió de esa forma tan campera que consisten en cabalgar y encelar al toro ayudándose de la garrocha. Tras largas preparaciones, brilló el torero en los quiebros pero volvió a fallar con el descabello. No fue su día con los aceros.

El segundo fue devuelto y, en su lugar, saltó al ruedo un toro de Flores Albarrán, basto y feo. No engañaban sus hechuras, porque fue reservón, de poco celo por parado. Sergio Galán estuvo muy por encima de tan deslucido astado, plasmando un toreo alegre en el que supo elegir muy bien los terrenos.

Lo mejor de este rejoneador, ya maduro, llegó ante el quinto sobre su caballo Capea , un tordo en fase blanca con el que se dio la curiosa circunstancia de que también, como el toro, llevaba en su anca el hierro de Vinhas. Fue un astado a menos pero el torero tapó sus dificultades con la premisa de encelarlo en las preparaciones, para clavar con ajuste. Paseó un trofeo.

Sergio Domínguez todavía está muy nuevo y su cuadra no es la de sus compañeros. Tuvo un tercero muy deslucido y un bravo sexto, al que hizo una faena desigual, espectacular a veces pero sin ajuste al clavar. Cortó una oreja.