En España, y por supuesto en otros países desarrollados, existen cada día más empresas dedicadas a prestar servicios muy particulares cuando fallecen los animales de la casa. Hay crematorios que devuelven incluso las cenizas en contenedores especiales o las esparcen en espacios abiertos. Por allí pasan los cadáveres de perros, gatos, loros y hasta serpientes, que pueden elegir entre incineración particular o colectiva (en cuyo caso congelan los cuerpos hasta que se reúnen varios animales). También proliferan los cementerios con tumbas específicas para mascotas de distinto tamaño, por ejemplo en Madrid, donde cobran unos 200 euros por la fosa, la placa y el entierro (disponen de un catálogo de lápidas especiales que el cliente puede elegir). Por existir, existen hasta tanatorios que permiten dar un homenaje final a la mascota para agradecerle su compañía en vida. En todo caso, siempre se recomiendan la cremación puesto que elimina un problema sanitario.