Cuenta el fotógrafo Juan Guerrero (Cáceres, 1934) con toda la normalidad del mundo que un día se le escapó el general De Gaulle en una visita a Jarandilla o cómo cazó a Berlusconi poniéndole los cuernos a un boy scout en la cumbre europea de ministros de Exteriores del 2002 en Cáceres. "No, no, ese gesto no iba para el ministro español Josep Piqué como le pareció a todo el mundo", sostiene este profesional que, a los 75 años, sigue manteniendo la pasión por captar la vida de la ciudad con su cámara.

Historia viva de la fotografía cacereña, Juan Guerrero inauguró ayer en el Museo Casa Pedrilla la exposición Cáceres en el pasado con la que el semanario gratuito Avuelapluma celebra su tercer aniversario. Aquel Cáceres en blanco y negro de la década de los 70 aparece reflejado en 32 instantáneas. Una película de tradiciones y personajes de la época que demuestra que el tiempo nunca pasa en balde para nadie: Adolfo Suárez en su plenitud, El Nano recorriendo las calles, Vostell recién llegado a Cáceres o Don Juan Carlos, aún como príncipe, inaugurando un museo.

Pero el negativo, siempre fiel al momento, también descubre tradiciones ya perdidas como las ferias de ganado en el Rodeo, las atracciones en los Fratres cuando San Fernando se celebraba en el centro o aquellas cucañas con las se empapaba a los niños en la plaza Mayor. Orgulloso y sin esconder que tanto trabajo le ha servido para ganarse el respeto de todos, Guerrero recuerda con especial cariño al periodista fallecido José María Parra --"fue quien me enseñó", dijo ayer-- , sin olvidar el apoyo incondicional que ha encontrado en Karmele, su mujer, desde siempre.

Eslabón generacional

Aunque los tiempos y las técnicas hayan cambiado, a este hombre con cara de abuelo y gestos de padre aún le queda cuerda para rato. De su boca no salió ayer ninguna palabra que denotara cansancio a pesar de haberse convertido en uno de los últimos eslabones de una generación de fotógrafos que dejó huella (Tito Caldera, Fernando García Múñez...) y una rara avis en la actual de las cámaras digitales. "En mi casa tendré entre 60.000 y 70.000 negativos", afirmó ayer, sin atreverse a decir con cuál se quedaría.

Si Guerrero ha conocido a políticos, toreros o artistas de diferentes épocas, la muestra organizada por Avuelapluma con la colaboración de la Diputación de Cáceres logra atraer porque se convierte en una invitación a meterse en el túnel del tiempo. La Virgen de la Montaña cuando iba escoltada por la Guardia Civil o aquel estadio Príncipe Felipe abarrotado el día de su inauguración en 1975 demuestran que el fotógrafo es siempre un testigo de la historia. Guerrero se lo ha ganado.