Los alojamientos de turismo rural de la provincia cacereña no saben a qué atenerse. La crisis les ha golpeado desde 2008, en lo que va de año han perdido un 15% de ocupación y no tienen ninguna base sólida para hacer sus previsiones de cara al verano, ya que en este sector las reservas son muy tardías, casi de última hora. El mayor problema no estriba en el número de viajeros, porque si bien es cierto que no se ha vuelto a superar al récord del verano de 2007, con 35.709 turistas, en 2009 se mantuvo en torno a los 27.000, cifra muy superior a la de hace sólo cinco años (19.717). El auténtico escollo radica por tanto en el fuerte aumento del número de alojamientos, que se han duplicado desde los 218 negocios registrados en la provincia en el 2005 hasta los 428 de la actualidad.

A más hoteles y casas rurales, menos viajeros para cada una de ellas, es decir, menos índice de ocupación, "y ya no digamos si además bajan los turistas", señala el presidente de la Federación Extremeña de Turismo Rural, Valentín Flores, un empresario con larga experiencia en La Vera. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística, el grado de ocupación en agosto del 2005 fue del 31% en la provincia cacereña (es decir, los alojamientos rurales llenaron 3 de cada 10 plazas), porcentaje que se elevó al 37% en 2007 y que descendió al 22% en 2009 y en el pasado abril. "Ahora hay más viajeros que hace cinco años pero menor ocupación. Tampoco podemos hacer previsiones, no se cumplen. Este año tenemos entre un 10% y un 15% menos de turistas de lo esperado", revela Flores.

También se retrasan las reservas, que ahora se realizan entre 2 y 5 días antes por término medio, "incluso llaman el mismo día". Paralelamente, el gasto del viajero a la hora de sentarse a la mesa se ha reducido: "Suelen desayunar en el alojamiento rural y durante la jornada tiran de bocadillos o de menús, pero pocos piden a la carta", señala Valentín Flores. Al menos la estancia media resiste la crisis y se mantiene por encima de los dos días y medio según los últimos datos de abril. Durante el pasado agosto se superaron los tres días, y sólo en el verano de 2008 se alcanzó el tope de tres días y medio.

MEJOR EN EL NORTE Los pequeños empresarios que forman este sector al menos albergan alguna esperanza. "El verano pasado se preveía una bajada mayor de la que se produjo al final. El turismo interior se resintió menos que el de playa porque la gente buscó opciones más cercanas, asequibles, en la naturaleza", recuerda el presidente. Además, hay zonas que salen mejor paradas. Las cuatro comarcas naturales del norte --Las Hurdes, La Vera, Jerte y Ambroz-- alcanzan el 60% de ocupación, incluso lo superan en ciertos fines de semana de primavera y verano.

En cualquier caso, el sector resiste por sus propias características. Formado por apartamentos, campings y alojamientos de turismo rural, está mayoritariamente en manos de empresas familiares con una dedicación continua, que no escatiman en horas y suelen encargarse directamente de todo. "Con la crisis se defienden a duras penas, pero mejor que las grandes empresas y que el turismo convencional, porque no dependen de mano de obra externa, lo hacen todo ellos mismos. Las casas rurales, por ejemplo, tienen 7 o 9 habitaciones como mucho", explica el presidente de la federación. Tanto es así que no se producen cierres de establecimientos. "Van resistiendo con este y con otros empleos complementarios".

PACIENCIA "INFINITA" La situación es similar en el resto del país. En abril, por ejemplo, y pese a la coincidencia de la Semana Santa, los alojamientos rurales experimentaron una caída del 9,1% en las pernoctaciones, y durante el primer cuatrimestre el descenso en toda España fue del 3,8%. ¿Cuándo mejorará la situación? El sector lo desconoce. "Ni idea. La paciencia del empresario siempre es infinita y su mentalidad optimista, pero en realidad no hay datos que avalen una mejoría", reconoce Flores.