Todos los meses de julio, cuando aprieta el calor, escuchamos decir al Ayuntamiento de Cáceres que pronto verán la luz determinados proyectos a favor del turismo. Este año no podría ser de otra forma. Fiel a las tradiciones vuelve el consistorio a ponernos los dientes largos con el cuento de la lechera, aunque sea para llenar alguna página de periódico que luego leerán con fervor los más adeptos. Tiene el equipo municipal fe ciega en las virtudes del marketing y hace gala continua de ese convencimiento presentando las ideas, más de otros que suyas, antes que ejecutándolas.

Y como dice el refrán que "obras son amores y no buenas razones" esperamos que las promesas se conviertan en realidad. El turismo es la flor de la corona, la gallina de los huevos de oro, pero debiera el concejal encargado fijarse en otras ciudades y en sus paradigmas y transportarlos aquí antes de marcarse futuras acciones. Cosas sencillas, pero difíciles de mantener, como la limpieza y el mantenimiento de los entornos son clave para que el decorado se muestre interesante y atractivo.

Después llegará la creatividad de las actuaciones que como con el Womad deben atraer dinámicamente a los espectadores. La ciudad para venderse debe sentirse viva y con encanto. Y sus profesionales valorados. De ahí que los socialistas pensemos que hay que promocionar institucionalmente las instalaciones hoteleras y un programa de capacitación de los profesionales del sector dentro de un Plan de Dinamización Turística.