Elpidio y Leo, instalados en la calle San Pedro de Alcántara desde 1965, cerrarán hoy. La que fuera la boutique más reconocida de toda la ciudad, icono del mundo de la moda en Cáceres, se despide después de generaciones al servicio de los cacereños. Elpidio y Leo, hijos de Eliodoro Bernáldez y Mercedes, un matrimonio que un día llegó a Cáceres procedente de Piedras Albas y que se instaló en la calle Parras, dejan a sus espaldas todo un legado, parte del cual ha sido cedido al Museo de Pedrilla (míticas revistas de la historia de la moda, postales y colecciones de periódico, sobre todo).

Ayer, los hermanos empresarios cerraban las últimas cajas, descolgaban los trajes que quedaban en los percheros, algunos de grandes marcas francesas, otros de alta costura y pret-a-porter, y se despedían de un escaparate que ha sido todo un referente en la capital.

Emprendedores

Elpidio nació para sastre. De pequeño jugaba con dedales y bobinas, así que a los 14 años empezó a trabajar en la confección de trajes de caballero. Influenciado por su hermana Petri (otra referencia en el mundo de la confección), Elpidio probó suerte con la ropa de señora. Se establecieron en la calle Parras hasta que Elpidio Bernáldez se casó y montó su taller, primero en Clavellinas y después en Gil Cordero. Fue Elpidio quien despertó en su hermano Leo la afición por la costura. Leo se perfeccionó en Madrid, en casas de alta costura, con modelos profesionales, donde cosió y practicó en telas sobre maniquís como hacían los modistos parisinos.

Los hermanos Bernáldez podrían haber llegado a las grandes pasarelas de la moda, pero su sueño era quedarse en Cáceres. Así que cuando Leo regresó de Madrid abrieron en San Pedro de Alcántara su boutique, en los bajos del entonces conocido como bloque de Vioque. Por el taller y la tienda de Elpidio y Leo pasaron modelos, novias en busca de trajes que siempre causaban sensación, y actrices como Charo López, Ana Mariscal o María Fernanda D´Ocón.

"Nos vamos con tristeza, pero también con la satisfacción de haber hecho nuestro trabajo", aseguraban ayer los dos modistos mientras guardaban algunas etiquetas de sus diseños. "Decían que había gente que las quitaba y las colocaba en trajes que no eran nuestros para hacer creer que sí lo eran", recordaban entre risas en medio de una boutique ya desvencijada donde aún luce el mural que Martínez Terrón hizo expresamente para ellos. Esta tarde devolverán las llaves a María Jesús Pitarch, la dueña del local, y Cáceres dirá adiós definitivamente a Elpidio y Leo, su boutique de toda la vida que hoy da la última puntada.