Eran un grupo de amigos que se divertían en la montaña y conocían bien el lugar donde ocurrió el fatal accidente. Miguel Bonilla era un tipo dicharachero y divertido que, aunque no se prodigaba mucho en las expediciones, esta vez se había atrevido porque tenía unpuente por delante. "Posiblemente él era el que menos experiencia tenía del grupo, pero estas cosas le pasan al que la tiene y no la tiene", decía ayer muy afectado su amigo Saturnino, un habitual de la montaña sin más pretensiones que disfrutar de la naturaleza en rutas sin dificultad. "He subido al pico Almanzor cuatro veces y un par a la ruta que rodea al Circo de Gredos", afirmaba este arroyano de 29 años. "Nos gusta como deporte y el sitio que más cerca coge de casa es esa zona", dijo.

Tras haber disfrutado de la cena del viernes, los montañeros iniciaron la subida a las nueve de la mañana del sábado. Dos horas después ocurrió la tragedia cuando ya avistaban el pico Almanzor a 2.592 metros de altitud. Nada hacía sospechar que pudiera ocurrir. La subida era conocida de sobra para estos aficionados con un nivel normal. "Nos metemos por sitios por donde va todo el mundo. Tenemos experiencia con nieve y sin nieve. Hemos estado en Sierra Nevada, Pirineos, Picos de Europa y Sierra de Gredos en multitud de ocasiones", subrayó ayer Saturnino Díaz.

A Miguel le conoció porque se hizo amigo de la pandilla. No era asiduo a los viajes, pero echó raíces en Arroyo donde pasó los veranos de niño con sus padres, luego la carrera en Cáceres, la novia y una casa en la ciudad. A pesar de la información favorable para hacer la ruta, el buen tiempo e ir perfectamente equipados, pasó lo peor. Ahora los amigos de Arroyo se tomarán "un paréntesis largo por ellos y sus familias" en la montaña. Abatidos por la muerte de Miguel, siempre recordarán su sonrisa en la última cena que compartieron en el refugio de Gredos.