"Mira, bajo aquel anuncio de cerveza me declaré a mi primera novia, Mariví. Fue en la primavera del 83, primero la acompañé a misa de Fátima, después bajamos a la cañas... ¡Me dijo que sí!", recordaba ayer Juan Carlos mientras apuraba su último sansón auténtico. A pocos metros charlaban Ana y su marido, que tampoco faltaron con sus hijos a la clausura del local donde se pasaron medio noviazgo. Junto a las cañas de la barra se mezclaban biberones y juguetes, y en el ambiente abundaban los cuarentones, la buena cerveza y los clásicos musicales de los 60, 70 y 80. Así transcurrió la fiesta de despedida del Mesón Extremeño, el germen de la movida cacereña en la plaza, que ayer cerró para siempre sus puertas.

Jesús Sansón, propietario y creador de medidas de cerveza y bebidas tan populares como el sansón , el metro , la burbuja , el shangai , o el caribeño , dice adiós a una movida que vio nacer, crecer, reproducirse y morir de éxito. "En nuestras fiestas del Punto o de la Cerveza tirábamos hasta 60 barriles, y venían de 3.000 a 5.000 personas. Los mejores años fueron los 80, después se trasladó la universidad, se peatonalizó la plaza...", recuerda. Ahora solo tiene palabras de cariño hacia sus clientes.

El mesón forma parte de la historia de muchos cacereños, como Pedro, Francis, Fernando, Basilio y otros antiguos alumnos del San Antonio, que disfrutaron media vida en el Extremeño y que ayer tampoco quisieron faltar. "Nosotros le barríamos el local a Jesús cuando cerraba, y nos regalaba la última cerveza", recuerdan. Pedro conoció allí a su mujer, Rosa. "Ella hubiera querido venir, pero tenemos niños y yo soy mucho más antiguo en esto", comentó jocoso.

Jesús Sansón siguió tras la barra todo el día, evitando ponerse al otro lado como corresponde a una buena jubilación. "Tengo hasta la mano endurecida de tirar cerveza, pero ya voy sintiendo nostalgia..."