Probablemente te encuentres feliz porque has logrado sobrevivir a la fiesta de Navidad sin grandes heridas. Pero no cantes victoria antes de tiempo porque aún te queda la de Noche Vieja. Y no sé cual de las dos es peor.

Seguramente has lucido el gorro rojo de Papá Noel con dignidad. Ojala te sirva de experiencia para pasear media ciudad con el ridículo gorrito de papel que te colocarán esta noche. De la zambomba vas a pasar al matasuegras, un artilugio que ni siquiera hace honor a su nombre. De la cena familiar, con sus langostinos, sus salsas ´thermomil´, sus besugos y sus mazapanes, al cotillón, con sus platos ´no se sabe qué es esto", también ´thermomil´. De los cuñados a los vecinos y socios de tu club. De tu suegra a una panda de borrachines. De cantar a los pastores y pececitos que beben y beben y vuelven a beber a hacer el gamberro y propiciar una hernia discal con Paquito el chocolatero De hacer como que escuchas el mensaje del Rey a seguir el ritmo de las campanadas del reloj de Sol atragantándote. En lugar de rodearte el cuello con los brazos de los sobrinitos lo rodearás con serpentinas. Encima has de prometer reformar tu vida. Y todo ello por el módico precio de 30 euros sin cena. Animo y resignación, que ya solamente te queda una prueba. Feliz año.